domingo, 21 de marzo de 2021

Las 12 fotografías (8)

Casi 20 años duró el conflicto político y bélico entre las fuerzas opuestas ideológicamente en la nación de Vietnam, que entre 1965 y 1975 vio a su dividido territorio ser escenario de una cruenta guerra que cambió algunos aspectos de la cultura mundial con sus consecuencias geopolíticas, humanas y económicas. Uno de los problemas que se manifestaron, entre muchos, fue el religioso. En Vietnam había budistas, hinduistas, protestantes, católicos, musulmanes y, por supuesto, comunistas ateos. En 1963 se presentó una situación muy tensa, otra de las tantas que hubo en Vietnam es ese período: el gobierno católico de Ngo Dinh Diem (en la parte sur, aliado de los EE.UU.), desató una dura represión para impedir la celebración budista de Phat Dan -la existencia e iluminación de Gautama Buda- en la ciudad de Hue, por considerarla impropia dentro de la situación de guerrilla que se estaba viviendo. Los budistas desatendieron las advertencias y se hizo la celebración, pero el evento terminó convirtiéndose en una multitudinaria protesta, por lo que el ejército sacó vehículos blindados a las calles para restaurar el orden, mientras que algunos efectivos lanzaban granadas y abrían fuego contra la multitud. La violenta jornada terminaría con nueve personas muertas, y decenas de heridos. 

Este hecho molestó a la población, que un gran porcentaje se identificaba con el budismo, y movió la fibra de los monjes budistas, quienes entonces publicaron una lista con varias demandas donde exigían igualdad religiosa y justicia para los muertos, mientras preparaban un acto simbólico para manifestar su malestar por el actuar del gobierno de Diem. Este no sólo no asumió la responsabilidad de lo ocurrido, sino que culpó al Vietcong (la parte del norte) por las muertes, generando un mayor número de protestas. El 11 de junio de 1963 se produjo una concentración de más de 300 monjes budistas frente a la embajada de Camboya, desde donde partieron en procesión hacia el centro de Saigón, y cuando la procesión llegó a unos a metros del Palacio Presidencial, tres monjes que viajaban en un carro auto azul se bajaron y uno de ellos colocó un cojín en la vía mientras que un segundo monje sacó del baúl del auto un bidón de gasolina de varios litros. Mientras los manifestantes formaban un círculo a su alrededor, el tercero, Thich Quang Duc, de 67 años, que había pasado tres años viviendo en total aislamiento como un eremita en las montañas de Vietnam, se sentó con parsimonia en la posición budista tradicional –la posición de loto- sobre el cojín, y dejó que le vaciaran toda la gasolina sobre su cuerpo. Ahí Duc recitó las palabras "Nam mô A di đà Phật" (homenaje a Buda) y encendió un fósforo que dejó caer sobre sí mismo. En ese momento las llamas tomaron su ropa, su piel y su cuerpo, despidiendo un humo oscuro y aceitoso, mientras una insólita expresión de paz emanaba de su rostro. 

El fotógrafo Malcolm Browne, jefe de la agencia Associated Press en Saigón, que estaba con el periodista David Halberstam, del periódico “The New York Times, fueron testigos del acontecimiento. La muchedumbre que estaba presenciando el acto quedó perpleja, mientras Browne, recuperándose de la impresión, comenzaba a tomar frenéticamente varias instantáneas con su cámara fotográfica, consciente de que estaba siendo testigo de un momento histórico. 

Lo más impresionante fue que mientras se quemaba no movió ni un músculo, no pronunció ni un sonido, su compostura contrastaba con los lamentos de las personas a su alrededor. Unos 10 minutos más tarde, el cuerpo del monje cayó repentinamente hacía atrás, sobre su espalda. Se fue apagando poco a poco, en tanto otro monje repetía en vietnamita e inglés con un micrófono la siguiente letanía: "Un sacerdote budista se ha quemado hasta la muerte. Un sacerdote budista se ha convertido en mártir". Cuando las llamas disminuyeron, un grupo de monjes cubrieron el cadáver humeante de Thich Quang Duc con una túnica amarilla y lo trasladaron a una pagoda cercana en el centro de Saigón.

Malcolm Browne se las arregló para mandar a Estados Unidos el rollo de película que había tomado, gracias a un pasajero de un avión que había accedido a sacar de contrabando los negativos de sus fotos. Al día siguiente, la impactante imagen del monje budista quemándose a sí mismo se tomó las portadas de los diarios de casi todo el mundo y de todas las agencias de noticias, marcando un punto de inflexión que precipitaría el inminente colapso del gobierno de Diem. Esto también tuvo su peso en el conflicto interno de Vietnam, que en pocos años se tornó en una cruenta guerra que trajo otras consecuencias en el mundo. La fotografía le valió a Malcolm Browne el premio Pulitzer de 1964.


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