En la década de 1980, a raíz del incipiente desarrollo de la internet, surgió en el campo científico la idea de que este nuevo espacio digital podría albergar un mundo más equitativo, justo y accesible a la mayor cantidad de población en el planeta. Investigadores y expertos en el área pensaron que ese naciente ciberespacio podía liberar a cualquier persona de las viejas estructuras políticas, económicas y sociales, permitiéndole soñar con un futuro mejor. Uno de los estudiosos más entusiastas de esta concepción fue John Perry Barlow.
Barlow (1947-2018) fue un poeta, ensayista y ciberactivista estadounidense que desde que internet empezó a popularizarse propuso un uso amplio e independiente de ese ciberespacio que comenzaba a formarse. Para él la red era más que un sistema de conexión de ordenadores. Era lo que llamó la "frontera electrónica" del futuro. Veía internet como un lugar en el que podías verte descubriendo territorios vastos y sin fin, capaces de liberarte de las ataduras de la realidad. Sería un lugar donde se posibilitaba un nuevo mundo con más recursos de los que nuestra capacidad limitada se hubiera imaginado. Un espacio con más oportunidades de las que cada individuo pudiera aprovechar. Pensó en el ciberespacio como un lugar libre y casi mágico, un poderoso andamiaje libre del control de las corporaciones y los políticos.
Esta visión de internet dominó durante más de una década: internet sería un lugar donde cualquiera podía expresar sus convicciones libremente, independiente de las estructuras de poder. En febrero de 1996, cuando ya la Web se estaba consolidando como un espacio de enormes dimensiones, Barlow publicó su "Declaración de independencia del ciberespacio", que presentó como una reivindicación que critica las interferencias de los poderes políticos que afectan al mundo de internet y defiende la concepción de un ciberespacio soberano. Igualmente organizó "cibermaratones" para dar forma a estas ideas agrupando científicos y activistas.
Considerado por muchos como un visionario, John Perry Barlow pasó buena parte de su vida defendiendo la libertad con la que nació internet. Lamentablemente, la realidad fue arropando esas ilusiones y la internet y la Web fueron sucumbiendo a las fuerzas económicas y políticas del siglo XXI. Más aún, la aparición de ciberpiratas y otros elementos disturbadores dieron al traste con esta utopía de una internet liberadora, libertaria y libre, que ahora con la inteligencia artificial nos asusta más. No obstante, las posiciones de Barlow de un modo o de otro contribuyeron a hacer de internet un recurso más accesible, más amplio y más abierto a la comunicación. Si hoy internet y los medios son un poquito mejores y no un poquito peores de lo que podrían ser se lo debemos en buena parte a él y a su labor.
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