En la publicación de ayer hablé sobre los paradigmas científicos propuestos por el teórico estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996), importantes para comprender el enfoque de los avances tecnológicos de nuestros tiempos. Para él, un paradigma es algo más que un modelo, es toda una formulación de cambios que van llevando a la ciencia de un estado a otro diferente, en el que nuevos conceptos se materializan. Vimos que un paradigma es un conjunto de creencias, valores y técnicas, que implican una visión del mundo y que son compartidos por una comunidad de investigadores.
El desarrollo de un paradigma muestra una dinámica particular, definida por Kuhn en sus etapas o fases. En primer término, dentro de campo establecido, en la "ciencia normal". Aquí los científicos trabajan dentro del paradigma, resolviendo problemas y ampliando el conocimiento dentro de sus límites. Luego viene la aparición de la"anomalías"; es cuando las observaciones no se ajustan al paradigma, por lo que se generan anomalías que pueden desafiarlo. Esto suele llevar a una "crisis": si las anomalías se acumulan y no pueden ser explicadas por el paradigma, se produce una crisis. Esto trae como consecuencia una "revolución científica", en la que un nuevo paradigma emerge, reemplazando al antiguo y cambiando la forma de hacer ciencia.
Se pueden poner algunos ejemplos de cómo se aplican estos paradigmas, que explican los procesos de cambios científicos: la mecánica de Newton dominó la física durante siglos hasta la llegada de la relatividad y la mecánica cuántica. La teoría de la evolución de Darwin transformó la comprensión del origen de las especies. El heliocentrismo, que reemplazó al geocentrismo, cambiando la visión del lugar de la Tierra en el universo, el cual a su vez fue reemplazado por las concepciones universalistas del espacio. Todas estas transformaciones se produjeron siguiendo los modelos planteados por Kuhn.
La importancia de los paradigmas reside en que explican el desarrollo de la ciencia, no como una acumulación lineal de conocimiento, sino como una serie de rupturas y revoluciones. A su vez permiten comprender el cambio científico: cómo las ideas científicas cambian con el tiempo y por qué se resisten al cambio. Y lo más interesante es que tienen aplicaciones en otras áreas, puesto que se han usado para analizar el cambio en otros ámbitos, como la política, el arte y la cultura.
Esta propuesta, que tiene implicaciones historicistas, ha recibido, naturalmente, ciertas críticas. Una de ellas es su relativismo: se ha acusado a Kuhn de relativizar la verdad científica, al sugerir que no hay un criterio universal para determinar qué paradigma es "correcto". Otra es la inconmensurabilidad: la idea de que los paradigmas son inconmensurables, o imposibles de comparar, ha sido criticada por algunos filósofos. Finalmente esa idea de que todo se explica como evolución más que como multiplicación.
Sin embargo, podemos decir que los paradigmas de Kuhn son una herramienta poderosa para comprender el desarrollo de la ciencia. Ofrecen una visión alternativa del progreso científico, destacando el papel de las rupturas y las revoluciones en el cambio de las ideas científicas.
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