En el libro Cómo vivir juntos, del filósofo, escritor y semiólogo francés Roland Barthes (1915-1980), publicado póstumamente en 2002, se aborda un tema curioso: ¿Qué es sostener un discurso? Lo primero que se de acotar es que esa frase es, justamente, un idiotismo, definición que dimos en la publicación de ayer. El diccionario de la Lengua Española tiene varias acepciones para "sostener", que, en principio, es sustentar o mantener firma algo, y también sustentar o mantener una proposición. Si se piensa mejor, un discurso no es un objeto que se pueda asir, agarrar, mantener o sustentar, pero como idiotismo (giro o expresión propios de una lengua que no se ajustan a las reglas gramaticales), se entiende bien; es mantener un tema, una conversación, una posición intelectual o doctrina, o un razonamiento determinado.
Sostener un discurso implica un problema que abarca el elemento conceptual del contenido, el discurso, y su argumentación y sustentación en el tiempo. Ahora bien, Barthes aborda este problema desde un punto de vista vital. Dice:
"Sostenemos, continuamos siempre el mismo discurso, y a aquellos que nos rodean les haca falta paciencia para soportar de nuestra parte ese discurso que prosigue, ese discurso imperturbable que es nuestro de toda la vida. Hablamos hasta la muerte un solo y mismo discurso, y la muerte es la única potencia que puede cortarlo, romper el sostenimiento de nuestro discurso. El discurso es lo nunca castrado. Es lo que recomienza, renace. Es esa obstinación del discurso lo que este amigo tiene el coraje de volver explícito tres veces por semana con ayuda de un escucha un poco particular, es cierto, el analista".
Como vemos, no se trata simplemente de mantener una conversación. Es sostener un concepto de vida, una forma de pensar. De alguna manera es asumir maneras de existencia. A esto se refiere Barthes, y para ello ataca también de una manera muy particular el concepto de discurso. Esta idea, muy interesante también, será el tema de la publicación siguiente.
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