domingo, 22 de abril de 2018

La dimensión estética en Marcuse (3)

En la publicación anterior seguí desarrollando la idea que Herbert Marcuse (1898-1979), el filósofo alemán nacionalizado estadounidense de la Escuela de Frankfurt, expone sobre la dimensión estética en la cultura, en su libro de 1953 (revisado en 1961), Eros y civilización. Partiendo del análisis freudiano, y sobre las ideas que derivan de la estética kantiana, Marcuse estudia, dentro de su postulado de que la civilización es una forma de represión, cómo los valores estéticos son amoldados por la cultura para someter la imaginación a la realidad. Continúo aquí su planteamiento.

Partiendo de que puede, más allá de Kant, buscar un orden estético no represivo, se establecen dos categorías que definen el orden de la dimensión estética en la imaginación. Una determina la estructura de la belleza ("determinación sin propósito") y la otra las formas de libertad expresiva ("legalidad sin ley"). Se debe ir más allá de la discusión sobre la fidelidad de la belleza en relación con lo real, para entender el propósito de la valoración estética. Esta, en verdad, está más ligada a la represión de la imaginación y su liberación. Escribe Marcuse: 
"Para Kant, la dimensión estética es el medio dentro del que se encuentran los sentidos y el intelecto. La mediación es lograda por la imaginación, que es la 'tercera' facultad mental. Más aún, la dimensión estética es también el medio en el que se encuentran la naturaleza y la libertad. Esta doble mediación es necesaria al agudo conflicto, generado por el progreso de la civilización, entre las facultades bajas y altas del hombre -el progreso logrado mediante la subyugación de las facultades sensuales, a la razón, y mediante su utilización represiva para las necesidades sociales".
Así la mediación entre la razón y la sensualidad, propio de la dimensión estética, es un intento de reconciliación entre las dos esferas de la existencia humana que fueron separadas por el represivo principio de la realidad. La reconciliación estética sería un fortalecimiento de la sensualidad contra la tiranía de la razón. En la publicación siguiente cerraré esta propuesta de Marcuse con su conclusión respecto a la estética y la realidad.  


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