Aunque no tiene que ver con la ciberestética directamente, sí lo tiene con la comunicación y las nuevas mediaciones, por lo que me permito comentarlo aquí. El greenwashing, también conocido como "lavado de imagen verde" o "ecoblanqueo", es una práctica engañosa en la que una empresa, organización o incluso un gobierno afirma ser más respetuosa con el medio ambiente de lo que realmente es. En realidad se trata de una estrategia de mercadeo y relaciones públicas que busca crear una imagen pública positiva en términos de sostenibilidad y responsabilidad ambiental, a menudo sin realizar cambios significativos en sus prácticas o productos. En esencia, es hacer creer al público que se están tomando acciones importantes para proteger el planeta y su ambiente, cuando en realidad estas acciones son mínimas, inexistentes o incluso engañosas.
Este greenwashing incluye muchas formas o maneras de presentarse, como veremos. Una es hacer afirmaciones vagas o sin fundamento, como utilizar términos del tipo "eco-friendly", "natural", "verde" o "sostenible" sin proporcionar pruebas concretas o definiciones claras sobre su aplicación. Resaltar un pequeño aspecto "verde" ignorando el panorama general, esto es, publicitar una iniciativa ambiental menor mientras se ocultan prácticas dañinas significativas. Por ejemplo, destacar el uso de papel reciclado en el empaque cuando el proceso de producción es altamente contaminante.
Otra forma es crear falsas etiquetas o certificaciones, usando imágenes o símbolos que sugieren una certificación ambiental inexistente o engañosa. También se hacen afirmaciones irrelevantes, como destacar una característica ambientalmente beneficiosa que es obligatoria por ley o que es común en la industria, haciéndola parecer una acción especial. Otra cosa más delicada aún es prometer neutralidad o solidaridad a través de proyectos de compensación que en realidad tienen un impacto cuestionable o poco transparente.
Una práctica que emplea medios visuales es incorporar en las campañas imágenes de la naturaleza, como hojas verdes o animales, para dar una impresión de respeto ambiental que no se corresponde con la realidad de sus operaciones. Esto es, así mismo, una publicidad que contradice las prácticas reales. Se termina gastando más dinero en publicidad "verde" que en implementar prácticas sostenibles reales.
El greenwashing es perjudicial porque engaña a los consumidores. Les hace creer que están tomando decisiones de compra responsables cuando no es así. Distorsiona el mercado y desfavorece a las empresas que realmente están haciendo esfuerzos significativos por la sostenibilidad. También obstaculiza el progreso real pues crea una falsa sensación de avance en la protección del medio ambiente, retrasando la implementación de soluciones efectivas, mientras a su vez genera desconfianza, porque erosiona la credibilidad de las iniciativas ambientales genuinas.
Hay que ser críticos y estar atentos a este tipo de manipulación, donde el uso de tecnología digital, medios y redes sociales, interviene activamente, lo cual es lamentable. Debemos buscar información detallada y verificable sobre las afirmaciones ambientales de las empresas y organizaciones para no caer en estos armadijos.
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