martes, 6 de octubre de 2015

Economías de colectividad mental según Brea

Del libro Cultura RAM, del español José Luis Brea (1957-2010), extraemos un concepto allí propuesto muy interesante, que es el de mind economy: economías de colectividad mental. Estas se fundamentan en el hecho de que la creación, la materialización de ideas, y sobre todo la producción simbólica, que está del lado del emisor, del autor como productor, llevan a que el perceptor sea a su vez un interpretador-productor, puesto que se hace eco y reproduce o replica el contenido que asimila, haciendo parte suya el contenido ideológico y conceptual. Esto se logra por la nueva forma de aproximación mediática y la nueva forma de consumo cultural que la sociedad contemporánea ha desarrollado. 

Dado que el lector también produce, no hay una reacción pasiva. Esta es la nueva forma de economía mental. Dice Brea: "en efecto toda idea -todo conocimiento- se produce de nuevo, y como por segunda vez, en el propio espacio (interior, mental) del receptor donde, y necesariamente, el contenido del conocimiento ha de ser -para conocido, pensado- re-creado". Como este proceso se da en cada individuo, al contrario que en la zona de masividad, no tiene resultados idénticos. Es decir, es tergiversado con respecto a su escenario original de producción.

Es así que todo consumo cognitivo es, curiosamente, creativo, por lo que se genera una economía de colectividad mental, dado que hay un consumo global individual, que se nota claramente en las mediaciones digitales, en particular en la Web. La puesta en línea en la red de estos productos mentales simbólicos y comunicacionales (y claro, ideológicos y de consumo) se alimenta a si misma progresivamente convirtiéndose en una producción colegiada y distribuida, fruto de un proceso colectivo comunitario. Sin notarlo, cada quien se apropia y adueña de un contenido que originalmente no le era propio, pasando a ser de todos. Hasta un punto en que la propia noción de autoría, dice Brea, se diluye de tal forma que que hasta la propiedad intelectual se comparte en un proceso participativo de ecos y reenvíos, cada vez más amplio y expansivo, que culmina en un efecto de intelección general, de inteligencia comunada. 


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