sábado, 28 de marzo de 2020

La teoría estética de Luigi Pareyson

Luigi Pareyson (1918-1991) fue un filósofo italiano, cuyo trabajo teórico estuvo muy enfocada al estudio de ciertas formas estéticas, a la crítica del arte y al pensamiento político-religioso. Era 
católico, y es considerado uno de los más grandes filósofos italianos del siglo XX. Fue uno de los primeros en dar a conocer el existencialismo alemán en Italia, en especial la obra de Martin Heidegger y de Karl Jaspers. El pensamiento de Pareyson se desarrolló en un contexto dominado por el neorrealismo en la Italia de la posguerra y señaló que el existencialismo alemán debía ser tomado en una clave hermenéutica: consideraba la verdad no un dato objetivo, como sucede en la ciencia, sino como una interpretación del individuo, que requiere responsabilidad subjetiva. Llamó a su posición "personalismo ontológico". Esta visión influyó en sus teorías estéticas, sobre las que trabajé a partir de 1952, cuando entró como profesor en la Universidad de Turín.  

Su camino filosófico pasó por tres fases: una fase existencialista, que reconoce cómo la comprensión de uno mismo es posible solo por la relación de uno con el Otro; una segunda,  centrada en la hermenéutica, donde recurre a una comprensión ontológica de las inagotables condiciones de la existencia, y que se convierte en angustia de la nada al escuchar al Ser; y una última que se refiere a una ontología de la libertad, según la cual el hombre es un hombre por hacer, porque la nada está siempre presente en la búsqueda del Ser y de su libertad. 

Pareyson propueso en su texto Estética, Teoría de la formatividad (1954) una estética hermenéutica, donde el arte es interpretación de la verdad. Para él, el arte es “formativo”, es decir, expresa una forma de hacer que, mientas hace, inventa el modo de hacer. Esto es que no se basa en reglas fijas, sino que las define conforme se elabora la obra y las proyecta en el momento de realizarla. Así, en la "formatividad" (cómo se forma), la obra de arte no es un “resultado”, sino un “logro”, donde la obra ha encontrado la regla que la define específicamente. El arte es toda aquella actividad que busca un fin sin medios específicos, debiendo hallar para su realización un proceso creativo e innovador que dé resultados originales de carácter inventivo. 

Según Pareyson, hay que considerar que la forma, una vez autónoma y realizada, puede ser óptimamente contemplada sólo si se la considera dinámicamente, es decir como parte de un proceso abierto de cumplimiento y fruición. Por otra parte la contemplación estética no es de hecho más que una consideración activa que reconstruye el proceso que dio vida a la forma. Dice: “la forma es el mismo proceso en forma conclusiva e inclusiva y por lo tanto, no es algo que pueda separarse del proceso del que es perfección, conclusión y totalidad”. 

Como resultado, se puede afirmar que el artista procede tanteando sin saber a donde llegará, pero sus tanteos no son ciegos, sino que están dirigidos por la misma forma que ha de surgir de allí a través de una anticipación que, más que conocimiento, es actividad ejercida por la obra incluso antes de existir. Eso recuerda aquella afirmación de Miguel Ángel Buonarroti: "Vi el ángel en el mármol y tallé hasta que lo puse en libertad". Para Pareyson el arte de los antiguos supo hacer funcionar, en la actividad humana la ley de la naturaleza, prolongar al mundo humano la creatividad de la naturaleza, y ahora asume una nueva forma de entenderla. Es el arte de la búsqueda contemporánea del ser. Compleja y ecléctica. 

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