lunes, 1 de junio de 2020

La gramatología

En 1967, el filósofo francés Jacques Derrida (1930-2004) publicó un libro clave en la evolución de su pensamiento: De la gramatología. Aquí se encuentran algunos de sus más notables planteamientos: la "metafísica de la presencia", el "logocentrismo" y sobre todo, la "deconstrucción", aplicada, en su caso, al lenguaje. Los dos primeros tienen una complejidad propia, que determina mucha de la ideología del filósofo. El tema de la gramatología, por su parte, es de gran relevancia porque hace una novedosa formulación sobre el estudio del lenguaje y la escritura (eso es lo que significa "gramatología": estudio de la escritura). 

Derrida argumenta que a lo largo de la tradición filosófica occidental, la escritura ha sido considerada simplemente como una forma derivada del discurso y, por lo tanto, como una consecuencia de la "presencia plena" del discurso. En su libro, deconstruye esta posición tal como aparece en el trabajo de varios escritores, mostrando la "miríada de aporías y elipses" a las que esto los lleva. Derrida no pretende estar criticando el trabajo de estos pensadores, porque no cree que sea posible escapar de operar con tales oposiciones. Sin embargo, pide una nueva ciencia, de la "gramatología", que se relacione con tales preguntas de una manera nueva.

De la Gramatología introdujo muchos de los conceptos que Derrida emplearía en trabajos posteriores, especialmente en relación con la lingüística y la escritura. El libro comienza con una revisión del estructuralismo lingüístico de Saussure, tal como se presenta en el Curso de Lingüística General editado en 1916. En particular, Derrida analiza el concepto de "signo", que para Saussure tiene los dos componentes separados de sonido y significado. Estos componentes también se denominan significante y significado.

Derrida cita a Saussure: "El lenguaje y la escritura son dos sistemas distintos de signos; el segundo existe con el único propósito de representar al primero". Al criticar esta relación entre el habla y la escritura, Derrida sugiere que los símbolos escritos son significantes legítimos por sí mismos, que no deben considerarse secundarios o derivados en relación con el habla oral. Esta es una actitud innovadora frente al lenguaje y su comprensión, por lo que hoy en día se sigue aplicando y reinterpretando para comprender nuestra realidad comunicacional. 


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