Como hemos visto en las dos entradas anteriores, para McLuhan decir que "los medios son extensiones del hombre" es un llamado de atención. Plantea dejar de fijarnos solo en el contenido (¿es esta noticia cierta? ¿es este programa bueno?) y a observar críticamente los efectos ambientales y estructurales del propio medio tecnológico. ¿Cómo están los medios modificando mis sentidos, mis hábitos y mi percepción del tiempo y el espacio? ¿Qué están amplificando y qué están dejando en desuso? Esa es la pregunta mcluhaniana fundamental. No somos meros usuarios neutrales de herramientas; nuestras herramientas nos re-crean a su imagen y semejanza.
Lo más notable es que estas ideas de Marshall McLuhan pueden adaptarse a la realidad mediática del siglo XXI. Por ejemplo, aplicar las ideas mcluhianas de medios como extensiones a las formas de inteligencias artificiales actuales es, no solo posible, sino fascinante y esencial para entender el impacto profundo que esta tecnología tiene en nosotros. De hecho, la IA podría ser considerada la extensión definitiva que McLuhan anticipó.
En ese sentido, podemos preguntarnos si la IA es una extensión de diversas facultades humanas. En realidad, la IA no extiende un solo sentido o miembro, sino las capacidades cognitivas más centrales del ser humano. Es una extensión del cerebro y su cognición; es la herramienta más poderosa para amplificar el pensamiento, el razonamiento lógico, el reconocimiento de patrones y la resolución de problemas.
A su vez es una extensión de la intuición y la toma de decisiones. Los sistemas de recomendación y predicción (desde Netflix hasta el diagnóstico médico, siempre cuestionable) amplifican nuestra capacidad de hacer elecciones informadas, a veces más allá de lo que nuestra conciencia puede procesar. También es una extensión de la creatividad y la autonomía, pues herramientas como DALL-E, GPT o Midjourney extienden nuestra imaginación, permitiéndonos generar texto, imágenes, código o música a partir de un pensamiento embrionario. Lo crucial es que la IA tiene un grado de autonomía en esta creación, a diferencia de un pincel o una máquina de escribir.
Claro, como toda extensión, la IA conlleva riesgos de "amputación", esto es, disminución de habilidades en el uso de las facultades inherentes a la limitación humana. Por ejemplo, se pueden generar pérdidas de capacidades críticas y de juicio profundo porque al delegar el análisis y la síntesis al algoritmo podemos atrofiar nuestra propia capacidad de razonar desde cero, verificar fuentes o pensar de manera lateral. Igual puede traer atrofia de la memoria y el aprendizaje orgánico. ¿Para qué memorizar o dominar una disciplina si un agente de IA puede realizarla? Esto puede erosionar la base de conocimiento personal y la "intuición experta". Finalmente se tiende a producir una erosión de la autenticidad creativa, ya que si gran parte de lo que "creamos" es co-creado o generado por IA, ¿qué pasa con nuestro sentido de autoría, voz única y proceso creativo interno?
En la siguiente publicación trataremos de llegar a alguna conclusión a estas inquietudes y esa nueva propuesta de relacionar los medios y las ideas de McLuhan al uso de la inteligencia artificial en la sociedad de hoy.

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