viernes, 30 de marzo de 2018

Jesucristo, en una película de estética pop

En la publicación de ayer, Jueves Santo, hice referencia a la película Jesucristo Superstar, de 1973, basada en la obra homónima de Tim Rice y Andrew Lloyd Weber. Y nombré también a Godspell, otra película estrenada en ese mismo año, igualmente basada en una obra teatral, ésta compuesta por el compositor estadounidense Stephen Schwartz. Curiosamente, la industria cultural tuvo un filón en la vida de Jesús durante esos años de principios de la década de 1970.

Godspell (juego de palabras con Dios, hechizo, y gospel,  Evangelio), cuyo subtítulo es "Un musical basado en el Evangelio según San Mateo", está basada en los textos del Evangelio de San Mateo, y cuya puesta en escena y dirección original estuvo a cargo de John-Michael Tebelak. Dirigido por David Greene, el film se desarrolla en la contemporánea ciudad de Nueva York, y los personajes que representan a los apóstoles están extraídos del común de la gente de la gran urbe.

La estructura del musical es, en gran parte, una reconstrucción de parábolas del Evangelio de Mateo, intercaladas con números musicales. Muchas de las escenas se rodaron en sitios conocidos de una Nueva York vacía y estática. Juan el Bautista reúne a una banda diversa de jóvenes discípulos para seguir y aprender de las enseñanzas de Jesús. Estos discípulos luego proceden a formar un grupo de actuación ambulante que representa las parábolas del maestro, a través de las calles y plazas de la metrópoli. A menudo hacen referencias al Vaudeville, lo cual hace de toda la trama un espectáculo atractivo. Para más detalles, hay mucha data en la Web (ver https://web.archive.org/web/20091028233403/http://www.geocities.com/TelevisionCity/Studio/8849/Moviemusicals/Godspell/Godspell.htm). 

Ahora bien, lo más notable es la estética de toda la película. Los protagonistas están vestidos a la manera psicodélica, con claras alusiones al hippismo y al arte pop. Todos van alegremente maquillados. Jesucristo lleva una camiseta con la gran S de Superman, además de ligueros y zapatos de goma con pompones rojos. Durante las acciones se usan elementos de la cultura popular, cantan y bailan, y el fondo es el espacio urbano neoyorquino, incluyendo las recién terminadas torres del Centro Mundial de Comercio (destruidas 28 años después). Los textos son bastante fieles a los bíblicos, por lo que el contenido no es tan polémico, como lo es la puesta en escena en sí (por cierto, los apóstoles acá no son 12 sino 9, incluyendo a Judas que también es Juan el Bautista).

Lo que busca el film es llevar esas enseñanzas al mundo de su momento, en una situación internacional que no era muy calma (la Cortina de Hierro, la guerra de Vietnam, la Revolución China, los movimientos reivindicativos, el conflicto árabe-israelí, las guerras en África, las luchas armadas en latinoamérica), actualizando el pensamiento cristiano. Como en el caso de JesusChrist Superstar, tuvo sus detractores y críticos, sobre todo por la presentación de los personajes bíblicos como jóvenes hippies, pero al final la respuesta de esa misma juventud fue muy positiva. Y paralelamente, la música pop que acompañó a las letras, resultó también muy exitosa. Una curiosa combinación de estética contemporánea con contenidos de dos mil años de antigüedad.   














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