En su novela de 1959, El almuerzo desnudo, el reconocido escritor estadounidense, William Burroughs (1914-1997), narra una serie de episodios un tanto surrealistas, futuristas y dramáticos, en los que los personajes (principalmente William Lee, bajo el alias de Lee el Agente), van pasando por situaciones críticas durante un viaje que comienza en los Estados Unidos y pasa por México, Tánger y otros lugares curiosos, en una suerte de fuga, escape, búsqueda y evasión, donde las drogas, la sexualidad y los conflictos están permanentemente presentes. Es una novela no lineal, por lo que no se puede establecer una trama en toda la extensión de la palabra, que además es un hito en la literatura de los Estados Unidos y uno de los paradigmas beatnik de la década de 1960.
En una de sus partes, Burroughs propone una dimensión alucinante pre-cibernética llamada la Interzona, donde las máquinas mutan en criaturas y la gente es controlada telepáticamente por unos "mensajeros" que se comunican mediante sustancias psicodélicas introducidas en el flujo sanguíneo de las personas. Todo un mensaje distópico. Esta descripción de una interfaz psíquica preconiza algunos de los adelantos que hoy conocemos, como la realidad virtual, pero en clave de pesadilla. Los mensajeros obtienen el control de los movimientos físicos, procesos mentales, respuestas emocionales e impresiones sensoriales de los sujetos mediante señales bioeléctricas inyectadas en el sistema nervioso, lo que termina siendo una especie de sistema de control telepático unidireccional.
En la trama de la novela los drogadictos son adoctrinados y convertidos, casi sin quererlo, en agentes de la misma Interzona, que además es un lugar dominado por dos poderes dominantes que rivalizan por el control de sus espacios. Es toda una batalla que se produce en una dimensión alucinógena que incluye conectarse a través de máquinas de escribir mutantes con los seres inteligentes en disputa.
Sin duda Burroughs y sus novelas (ésta en particular) son un suceso en el campo de la literatura, aunque no siempre alabado; de hecho, su obra ha tenido también muchos detractores. En todo caso este es un libro de complicada lectura (cuando el autor lo escribió estaba en uno de sus peores momentos de drogadicción), que aún hoy parece ofensivo, pero que sin duda desborda imaginación y premonición.
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