domingo, 28 de septiembre de 2025

Daniel Bell y la crisis de la modernidad

El sociólogo y profesor estadounidense, Daniel Bell (1919-2011), analizó la situación cultural y social del mundo moderno de la segunda mitad del siglo XX, con su posmodernidad deconstructiva, y afirmó que la sociedad postindustrial está llena de contradicciones que la misma tecnología no ha podido resolver. Así, sostiene que la modernidad está marcada por la coexistencia y a veces contradicción entre tres órdenes autónomos: el tecnoeconómico, el político y el cultural, cada uno con sus propios principios y ritmos de cambio. En particular, Bell destaca que la cultura moderna se basa en la expresión y remodelación del "yo" para lograr la autorrealización, caracterizada por un "hedonismo sin límites" y la búsqueda de autenticidad individual, lo que provoca una ruptura con la ética occidental clásica que fundamentó el capitalismo. Esta ética tradicional valoraba la frugalidad, el cálculo racional y la contención del yo, mientras que la cultura contemporánea prioriza la experiencia individual y la autenticidad, lo que genera tensiones culturales y sociales significativas.

Distingue entonces esas tres esferas autónomas en la modernidad: la esfera tecnoeconómica, el orden político y la cultura. La esfera tecnoeconómica se rige por la racionalidad funcional y busca eficiencia y economización mediante estructuras burocráticas y jerárquicas. El orden político es el ámbito de la justicia y el poder, basado en la legitimidad y la participación política organizada. Finalmente, la esfera cultural es la dimensión simbólica y expresiva que aborda preocupaciones existenciales humanas a través de las artes, la religión y la literatura, y donde la cultura moderna se centra en la autorrealización y la expresión individual del "yo". Estas tres esferas tienen principios y ritmos de cambio distintos, y la modernidad se caracteriza por la interacción y a veces contradicción entre ellas.

Bell interpreta estas tensiones como un desafío fundamental de la modernidad, donde la cultura acelera cambios sociales y legitima nuevas formas de vida y valores, pero también produce desajustes difíciles para las instituciones y las personas. Así, para Bell, el problema central de la modernidad es la ausencia o crisis de creencias y valores compartidos que puedan sustituir a los antiguos sistemas integradores, en un contexto cultural de fragmentación y búsqueda constante de novedad y autenticidad.

Esos planteamientos, formulados a la luz de la realidad finisecular, están hoy igualmente vigentes con el añadido de las condiciones tecnológicas de hoy en día: internet, redes sociales, inteligencia artificial y cibercultura. David Bell fue uno de los precursores en la descripción y análisis de lo que hoy se conoce como sociedad de la información y del conocimiento, que basa en el uso intensivo de las nuevas tecnologías. Mientras que la imprenta, señala, "está en la base de la sociedad industrial: en la base de saber-leer y de la educación de las masas", las telecomunicaciones y la informática dan sentido a la nueva escena histórica, que presenta nuevas contradicciones y complejidades. 

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