Sin duda hay una relación estrecha entre las ideas estructuralistas sobre la comunicación y los postulados semiológicos y semióticos en relación con el signo y su trascendencia. Muchos filósofos, pensadores y estudiosos de la modernidad y del posmodernismo han trabajado bajo esta concepción. Siendo tantos, vale la pena detenerse en algunos. Ernst Cassirer, filósofo alemán de tendencia neo-kantiana, es de los que aplica la crítica de la razón a la crítica de la cultura, resaltando que para él, el hombre es un "animal simbólico". De esta manera se define al hombre por lo que hace más que por lo que es, dado que más que vivir en un universo físico vivimos en un universo simbólico, constituido por el lenguaje, el arte, los mitos y las religiones.
Para Cassirer los conceptos no son representaciones de la realidad, sino la estructuración y transformación de la materia exterior en inteligibilidad interior. Es el conocimiento el que "elabora" los objetos. El hombre, entonces debe convertir lo natural en artificial para comprenderlo más allá de lo perceptivo. Más aún, lo que define al ser humano es la artificialidad, vista ésta como sus artefactos, sus construcciones y sus representaciones. Por lo tanto los signos y los símbolos son la base de la humanidad.
Una de las discípulas de Cassirer, la norteamericana Susanne Langer, afirmó que la clave para la epistemología es el simbolismo. Langer entendía que la investigación filosófica debe centrarse en los símbolos y en toda la simbolización que realizan las actividades humanas en arte, religión, ciencia, y demás manifestaciones humanas. Esto es contrario al idealismo y al empirismo como proceso epistemológico; y distingue entre señales (ya usadas por los animales), signos (unión de significado y significante) y símbolos (usados para hablar acerca de realidades). Por esto no se conocen ni aprenden las cosas sino que se construyen mediante el lenguaje. Tal como lo dijo Kant, entonces, el pensamiento es una representación sensible imaginativa, donde predomina el ver y el construir las ideas. Cada uno ensambla su conocimiento sobre la base de sus propias experiencias, lo cual es una forma de subjetivismo y relativismo.
Estas posiciones no son aceptadas por los filósofos realistas, metafísicos e incluso marxistas, pues según ellos la verdad no se crea sino que existe y es propio de la raza humana entenderla de manera universal. Más planteamientos respecto al ser y al sentido se han desarrollado en la segunda mitad del siglo XX, como veremos más adelante.
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