Para concluir con las ideas de André Gorz en relación a la tecnología, la riqueza y el trabajo, no se debe olvidar que él asumía que el trabajo como una forma inherente a la actividad humana que debe ser distinto del trabajo social como lo conciben el capitalismo y el comunismo. En parte porque el trabajo estrictamente generador de riquezas no es propio del sere humano, y en parte porque la tecnología ha cambiado esa forma de trabajo puramente productiva.
En el mismo libro "Miserias del presente, riquezas de lo posible" dice: “Hay que atreverse a querer el éxodo de la ‘sociedad del trabajo’: no existe más y no volverá. Hay que querer la muerte de esta sociedad que agoniza, con el ados.fin de que otra pueda nacer sobre sus escombros. Hay que aprender a distinguir los contornos de esta sociedad diferente detrás de las resistencias, las disfunciones, los callejones sin salida de los que está hecho el presente. Es preciso que el ‘trabajo’ pierda su lugar central en la conciencia, el pensamiento, la imaginación de todos; hay que aprender a echarle una mirada diferente: no pensarlo más como aquello que tenemos o no tenemos, sino como aquello que hacemos. Hay que atreverse a tener la voluntad de apropiarse de nuevo del trabajo”. Esta es entonces una forma diferente de ver el trabajo.
Sin duda en este siglo XXI la tecnificación y el desarrollo de nuevas formas de producción, comunicación y relaciones económicas, hacen que realmente haya que reformularse las ideas clásicas de trabajo. Dice Gorz detestar a los mistificadores que, en nombre de la definición antropológica o filosófica del trabajo, justifican el valor de un "trabajo" que es la miserable negación de aquél y sostiene que, negando el fin del trabajo en nombre de su necesidad y de su permanencia en el sentido antropológico o filosófico, demostramos lo contrario de lo que queríamos demostrar. Si deseamos salvar y perpetuar ese "verdadero trabajo", es urgente reconocer que el verdadero trabajo no está más en el trabajo: el trabajo, en el sentido de creación, que se hace, no está más (o no está más que de manera cada vez más rara) en el ‘trabajo’ en sentido social, que tenemos. No demostraremos la perennidad necesaria de la ‘sociedad del trabajo’ invocando su carácter antropológicamente necesario. Por el contrario: es preciso que salgamos del ‘trabajo’ y de la "sociedad del trabajo" para volver a encontrar el gusto y la posibilidad del trabajo "verdadero".
Naturalmente son posiciones que no todos comparten y reciben críticas desde otras ideologías, pero sin duda el concepto de trabajo que debemos manejar hoy en día, en este mundo digitalizado y globalizado debe ser diferente al que veían los intelectuales de los siglos pasados.
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