Desde que los sistemas mecánicos, técnicos e industriales fueron capaces de reproducir la obra artística unitaria (copiar cuadros y pinturas, fotografiar y registrar esculturas, murales o relieves, filmar edificios, imprimir afiches, replicar pósteres y vender réplicas), el sentido, valor y trascendencia de éstas cambió. Según Walter Benjamin (1898-1940), se pierde el aura de la creación artística, que es un unicidad y su valor como expresión propia temporal y cultural. Esto lleva a una nueva posición respecto al arte.
La nueva posición del arte configura también una nueva forma de percepción social. El cambio de percepción no atañe sólo a los objetos de arte sino que se refleja en ellos en tanto es una característica propia de la modernidad de finales del siglo XIX hasta finales del XX. Dice Benjamin en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica de 1936 : "Despojada de todo aparato, la realidad es en este caso sobremanera artificial, y en el país de la técnica la visión de la realidad inmediata se ha convertido en una flor imposible". Ahora bien, además de estas implicaciones, la desaparición del aura cambia la forma cómo nos acercamos a la obra artística. El problema con el aura es que termina convirtiendo a esa obra de arte en un objeto mítico, inalcanzable por su unicidad, lo cual le da un valor que no tiene: el de un objeto sagrado (el mismo Benjamin habla de "profanación" por la reproducción). Pero este planteamiento, que va a ser característico luego de los filósofos de la Escuela de Frankfurt, olvida que la reproducción -que ciertamente convierte a la obra en objeto de consumo- permite el acceso de las mayorías a cada manifestación humana, sea esta propia de su cultura y su tiempo o no. Se dice que eso comercializa el arte, pero mantener su aura es una forma de mistificación, tal como ha dicho John Berger.
En todo caso no se puede negar el peso que tienen las industrias culturales en la imposición y replicación de los factores ideológicos dominantes, pero tampoco se debe convertir a toda expresión artística en un hecho inalcanzable, tratando de explicar aquello que no necesita ser explicado. Más aún, las cosas deberían ser pensadas de otra manera en este mundo globalizado, donde la modernidad ya ha sido superada y donde la reproducción de la realidad se comparte con la reconstrucción de la realidad, lo cual hace que haya que haya que revisar esas ideas de Walter Benjamin desde un punto de vista nuevo.
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