Como se vio en las dos publicaciones anteriores, hay un aspecto filosófico en al campo de la comprensión del ente humano que trata de la separación entre el cuerpo y la mente, un postulado que tiene origen en el pensamiento clásico de muchas culturas. El pensador que más claramente marcó esta dicotomía fue René Descartes, con su explicación sistemática del dualismo metafísico entre la mente y el cuerpo, que ha sido desde entonces discutida por el pensamiento occidental. Para Descartes, hay dos sustancias creadas diferentes, el cuerpo y el alma (a la que también denomina "mente"). La esencia del cuerpo es la extensión; mientras la del alma o mente es el pensamiento. El cuerpo es espacial, el alma no tiene extensión. Estas ideas tuvieron mucho peso hasta principios del siglo XX.
En un libro de 1949, El concepto de lo mental, el filósofo británico Gilbert Ryle rebate estas ideas, y señala que la mente es parte del cuerpo, porque está ligada al cerebro, gestor del pensamiento. Creer que la mente es una especie de espíritu inmaterial (como el alma), que controla al cuerpo, es como pensar que se está frente a un fantasma dentro de una máquina. Esta expresión crítica (Ghost in the machine), va a sustentar una serie de planteamientos que contradicen esas ideas cartesianas. El filósofo británico vio que esta concepción deja inexplicada las relaciones naturales entre la mente y el cuerpo. En otras palabras: que mi deseo (un proceso mental y no espacial) de levantar un brazo, produzca que mi brazo se levante (un proceso físico). Por otra parte, según Ryle la teoría socava aquello que pretende explicar. En efecto, por un lado resulta que la teoría se propone para determinar una estructura lógica de los conceptos con los que se describe lo mental y la conducta, puesto que en la vida normal de cualquiera de nosotros utilizamos estos conceptos con regularidad y de forma adecuada. Pero por otro lado, la abstracción y la conceptualización es un fenómeno que si bien se genera en la mente, está ligada a lo real, a lo perceptible y a lo pensable.
Del hecho de que, según Ryle, el dogma del fantasma en la máquina es erróneo en la medida de que parte de un error de categorías (asumir que la mente es un ente independiente del cuerpo), genera algunas consecuencias, como por ejemplo la disolución de la dicotomía mente-cuerpo (o materia), sin caer en contradicciones metafísicas (de tipo materialista o idealista), los cuales son dos puntos de vista que aceptan que o hay mentes o hay cuerpos, aunque no ambos. Es decir, ceden a la dicotomía mente-cuerpo. En este sentido, hay un último elemento que tiene que ver con la comunicación, y que consiste en entender que la tal dualismo no explica la comunicación interna (¿hablo yo conmigo mismo?), ni la conexión entre individuos y sociedades, más allá de lo físico y evidente. Sobre esto trataré en la próxima publicación que concluye este tema.
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