martes, 19 de junio de 2018

Internet: velocidad, ¿veracidad?

Una de las grandes virtudes de la internet y sus paralelos ( la Web, el Wi-Fi, la conectividad), es la rapidez. Se busca siempre la velocidad: velocidad en el envío, en la bajada de datos, en la conexión. La velocidad permite la inmediatez. Esta, a su vez,  es fundamental en la comunicación contemporánea. Lo que hace competitivos a los medios es, justamente, esa capacidad de llegar lo antes posible a los usuarios. 

En el mundo de la noticia y la información periodística, por ejemplo, el que primero pega, pega dos veces. La exclusividad, la novedad, la sorpresa de la noticioso es fundamental. La tecnología contemporánea permite eso, la velocidad en la cobertura, la rapidez en el acceso a los acontecimientos supera toda forma clásica de primicia. Ahora vemos los hechos en directo, en tiempo real, desde cualquier parte, transmitido ya no por les medios sino por loe mismos usuarios. Nada nos separa de los acontecimientos.

Pero esa misma rapidez ha traído nuevos problemas. La velocidad, la necesidad de lo inmediato, impide la verificación, la contextualización y el chequeo de lo veraz. Esa misma velocidad puede afectar la veracidad. No sólo en noticias de gran impacto, sino hasta en datos que afectan pequeñas comunidades. De hecho, a pequeña escala es donde la verdad se ve más afectada. Las redes sociales, los chat, los mensajes, los videos, las fotos, llevan datos que llegan, salen, viajan a gran velocidad, sin que no haya manera de asegurar o comprobar su origen, contextos, incluso fechas y lugares. Más de una vez se reproducen videos de supuestos actos sucedidos "aquí y ahora", que no son sino refritos de cosas pasadas en distintos lugares. Mensajes de texto alarmantes, cadenas de noticias, advertencias, amenazas, todas falsas, nos llegan a diario. A gran velocidad. 

No hay nada más amenazador que aquello que no podemos comprobar pero damos por cierto. Muchas veces son cosas que queremos que sean verdad, otra veces son cosas que por su impacto afectan la vida común. Ninguna real. La internet, que tantas maravillas ha traído, también ha traído sus problemas, y el de la falta de verificación es uno de ellos. Pero aún: terminamos creyendo cosas de internet, sólo porque parecen verosímiles. ¡Cuidado con caer!
       

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