lunes, 5 de diciembre de 2011

Sobre el bien y la belleza por Santo Tomás

Santo Tomás de Aquino (Italia, 1225-1274), el patrono de la universidades, uno de los los teóricos más importantes del cristianismo, desarrolló muchos temas divinos y mundanos en sus escritos, y por supuesto abordó de alguna manera el asunto de la belleza y la bondad, siempre desde el punto de vista religioso. En su texto más importante, la Summa Teológica, escrito hacia el final de su vida, expone sus ideas de Dios y su relación con el hombre y La Tierra. Este libro es un  buen ejemplo de lo que después se llamaría la Escolástica, una forma de aproximación a la realidad que combina ciencia con aristotelismo y fe cristiana. 

De esta obra se extrae esta reflexión, que muestra bien la manera de pensar y entender que sobre estos aspectos tenía la sociedad medieval europea.

La belleza y el bien son la misma cosa en el sujeto al que cualifican, porque se fundan sobre la misma realidad, esto es, sobre la forma del ser determinado. Y por esto ambos son objeto de alabanza o de aprecio. Sin embargo, difieren por su definición. Porque el bien se refiere formalmente al apetito de lo real: en efecto, es lo que todos apetecen y, por tanto, se sitúa en el orden de los fines, puesto que el deseo o el apetito son, por así decirlo, como una tensión hacia la realidad. La belleza, por el contrario, se define en función de las facultades del conocimiento: en efecto, se dice bello aquello cuya vista deleita. Es por esto por lo que la belleza consiste en la relación conveniente (de la forma a la conciencia), ya que la sensibilidad no disfruta más que de las proporciones convenientes de las cosas que son análogas a su propia armonía. Por otra parte, la sensibilidad es cierto ordenamiento ratio, reflea la forma. La belleza se sitúa en el conocimiento.

Tommaso D´Aquino




No hay comentarios:

Publicar un comentario