En ecología -la ciencia que estudia las relaciones entre los serves vivos entre sí y con su entorno- se define la "Teoría del Nicho" como la descripción de la posición relacional de una especie o población en un ecosistema y sus consecuencias. Es decir que según la teoría, un nicho es un espacio de variables dimensiones donde diferentes especies de seres vivos comparten y responden a sus necesidades. Las condiciones afectan entonces el rendimiento de esas interrelaciones.
Esa idea de un espacio en el que se comparte y compite se ha extrapolado al espacio comunicacional, donde los medios de comunicación, sus mensajes y sus contenidos compiten por un lugar y una supremacía. Quienes hacen este simil aceptan igualmente como válidas las teorías comunicacionales positivistas, puesto que de alguna manera se aplican las ideas conductistas a los modelos funcionalistas. Siendo así la "teoría de nicho" que deriva de la teoría de usos y gratificaciones, explica cómo los medios compiten y coexisten en el entorno social. El nicho de un medio se deriva de su patrón de uso de los recursos, que representa su estrategia de supervivencia y crecimiento y, en última instancia, determina su posición en un espacio multidimensional con recursos limitados.
Consecuentemente el nicho es la colección de recursos que son concedidos a un medio por parte de anunciantes, mediadores, usuarios y consumidores. Las dimensiones del espacio de recursos incluyen todo tipo de gratificaciones, respuestas, oportunidades, publicidad, y tiempo del perceptor. Por lo tanto la mediación compite por lograr la mayor cobertura y alcance, de forma de alcanzar un segmento determinado y propio para cada público objetivo. Esto se agudiza con el desarrollo de los nuevos medios y su interactividad, por lo que el manejo de ese nicho mediático y su consecución se hace cada vez más competitvo. Comprender ello es una de las claves para el éxito de la comunicación contemporánea.
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