En 2010, el periodista, investigador y escritor francés, Frédéric Martel -nacido en 1967-, publicó un muy interesante libro, en el que aborda el tema de las culturas de masas en este mundo globalizado, y analiza cómo surgen los actuales fenómenos masivos mediáticos: Cultura Mainstream. Habiendo trabajado muchos años para la administración pública en Francia, su interés académico lo llevó a doctorarse en sociología, y estudiar los fenómenos sociales que generan las industrias culturales, independientemente de las ideologías y las visiones tradicionales de estos fenómenos.
La "cultura mainstream" se refiere a aquella producida de manera masiva para las grandes masas, y que señala una forma de expresión válida para las grandes colectividades, creadas por grandes sistemas económicos y de entretenimiento. Lo notable es que aunque se haya querido ver esta forma de cultura de manera despectiva en sus valores de calidad, y como una manifestación de imperialismo estadounidense, la verdad, según Martel, es que hoy en día esta tendencia no es exclusiva de los EE.UU., y no necesariamente representa una manifestación devaluada de otras maneras culturales. Sin negar el poder y capacidad yanqui para elaborar productos masivos, no debe soslayarse cómo otros países, otras culturas y otras sociedades han desarrollado sistemas similares de comunicación masiva.
No se puede eludir el fenómeno de redistribución (y de alguna manera, equilibrio de dominación) de los focos de emisión de contenidos que se están realizando naciones emergentes como China, Brasil México, India o Egipto. Estas naciones tienen grandes mercados, y no son solo los creadores norteamericanos los que imponen su estilo y cultura. El fenómeno Bollywood, en la India, es claro ejemplo. Más aún, destaca Martel, grandes consorcios estadounidenses de la información y el entretenimiento se han visto desplazados por generadores locales de cultura mainstream (la corriente principal, la moda dominante, la tendencia popular), e incluso han fracasado en la penetración hacia nuevos mercados. Lo notable, destaca Martel, es que esos generadores regionales entienden las necesidades de evasión y entretenimiento de sus propios pueblos, y han enfocado sus producciones para cumplir esos anhelos particulares. Según esto, se da ahora una nueva geopolítica de poderes paralelos. Otro ejemplo es el de Latinoamérica. Millones de personas se identifican con productos culturales no procedentes de los tradicionales centros de poder: el reggaeton, la bachata, el vallenato, las telenovelas mayameras o brasileñas, los concursos de belleza, son muestras de cómo se centralizan y distribuyen (y gestionan) estos modelos, que responden a una supuesta liberación popular.
Lo mismo sucede entre los países árabes, con Egipto, las redes de T.V. (Al Yazzira y Al Arabiya), los países africanos y destacablemente en los asiáticos, donde ya no sólo la cultura japonesa se ha difundido y universalizado, sino también la coreana y ahora la china. Notablemente es en Europa donde la cultura propia ha ido sucumbiendo a la extranjera, no sólo por la influencia estadounidense, sino también por la enorme inmigración que trae sus propios valores. Como conclusión, Frédéric Martel hace notar que algo nuevo está pasando con con la industria de contenidos culturales, que supera las ya conocidas ideas de la Escuela de Frankfurt, puesto que la globalización y el ciberespacio han modificado las influencias y los centros de poder comunicacional. Esto, que puede ser igual de amenazador, puede ser también visto como compensador, puesto que convierte una centralización en una multiplicación. La nueva guerra mundial por los contenidos ha comenzado. ¿Es esto positivo o negativo? Es muy pronto para saberlo.
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