"Hauru no ugoku shiro", literalmente El castillo caminante de Howl, y traducida en España como El castillo ambulante, es la octava producción dirigida por Hayao Miyazaki dentro de Studio Ghibli y la decimoquinta del estudio. La película narra la historia de Sophie, una joven que es víctima de un hechizo y que decide ir a un extraño castillo ambulante, lugar habitado por el mago Howl, para que le ayude a encontrar una solución al maleficio. ya el tema de por sí es original (así lo es también la novela), y el desarrollo de la trama pasa por diferentes situaciones en las que se destacan los clásicos valores de pacifismo, justicia y reivindicación. es interesante destacar que la protagonista es una chica, Sophie, un joven de 18 años que trabaja en una sombrerería y que es víctima de una maldición que le hace tener la apariencia de una mujer de 90 años, de carácter tímido y sumiso, tendrá que enfrentarse a sí misma para poder romper el maleficio que se ha desatado sobre ella. Eso le hace madurar y convertirse al final en alguien seguro de quien es y de su valía.
La novela de Wynne Jones le permite desarrollar a Miyazaki uno de sus temas claves, que es el pacifismo. El libro muestra que la historia está ambientada en una nación europea durante la Primera Guerra Mundial, al igual que el filme. No obstante, la película difiere en la novela en muchos aspectos. Particularmente en lo que será la estética visual. La película, tiene una extraña combinación de elementos tradicionales japonenes, expresiones de la Europa de principios del siglo XX y la estética de ciencia ficción "Steampunk".
En este film, el uso de la animación bidimensional sigue siendo la parte importante de la producción, pero el uso del computador estuvo presente para realizarla, complementando la animación 2D (pintura, composición, arte) con la digital, para crear infográficamente el movimiento del castillo y varias otras escenas en 3D. Esto le da un carácter moderno, postmoderno, digital y a la vez tradicional. Toda una innovación, que le valió múltiples reconocimientos y una nominación al Oscar como mejor película animada en 2005. Con sus dos horas de duración, es ahora un clásico que vale la pena disfrutar.
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