domingo, 16 de febrero de 2020

Inducción, deducción, abducción

Las tres formas de inferencia, inducción, deducción, abducción, fueron delimitadas por el filósofo estadounidense Charles Sanders Peirce (1839-1914), en la segunda mitad del siglo XIX. En realidad, éstas son el desarrollo de algunas ideas anteriores, en particular la deducción e inducción, que nos vienen de la antigüedad, pero Peirce, incorporando su pensamiento positivista y semiótico a sus definiciones, les da un diferente contenido. 

En la filosofía clásica, un razonamiento deductivo es un argumento donde la conclusión se infiere necesariamente de las premisas establecidas. Es decir, es un razonamiento "mediato", porque se efectúa siguiendo una serie de pasos lógicos. Se señalan ciertas afirmaciones o premisas, de las cuales se obtiene una inferencia. El ejemplo clásico:

Todas las camisas de este baúl son blancas.
Esta camisa proviene de este baúl.
Esta camisa es blanca.

Por otra parte, la lógica admite otra forma de razonamiento, el inductivo, según el cual la verdad de las premisas apoyan la conclusión, pero no la garantizan. En contraposición a la deducción, los razonamientos inductivos tienen la ventaja de ser ampliativos, es decir que la conclusión contiene más información de la que hay contenida en las premisas. La lógica inductiva estudia las maneras de medir la probabilidad de que una conclusión sea verdadera.
Un ejemplo típico de razonamiento inductivo es:

Estas camisas blancas provienen de este baúl.
Probablemente las camisas de ese baúl son blancas.

Como complemento a estos sistemas de inferencia, se plantea la abducción, que es una forma inmediata y aleatoria de razonamiento lógico. Según Peirce, el razonamiento abductivo parte de una hipótesis construida sobre la base de premisas inciertas, que exige que sea comprobada por medio de inducciones sucesivas y de controles deductivos. Es un tipo de razonamiento que a partir de la descripción de un hecho o fenómeno, ofrece o llega a una hipótesis, la cual explica las posibles razones o motivos del hecho mediante las premisas obtenidas. Un ejemplo basado en los dos anteriores:

Todas las camisas de este baúl son blancas.
Estas camisas son blancas.
Probablemente provienen de este baúl.

Peirce dice que toda inferencia -en sus tes tipos- constituye un proceso sígnico, aunque haya diferencias en su construcción semiótica. Esta construcción es una conjetura, y​ esa conjetura busca ser, a primera vista, la mejor explicación, o la más probable. Ciertamente la idea de abducción también puede rastrearse hasta Aristóteles, pero lo novedoso es que Peirce le da un enfoque semótico. Habla de que la abducción se produce en un momento más instintivo que racional, en el que hay un flujo de ideas, hasta que de pronto se ilumina la sugerencia. Según el mismo Peirce, es el primer paso del razonamiento científico, ya que desde el inicio se efectúa una restricción de hipótesis aplicables a un fenómeno.

En cierto modo, la abducción, precisamente por su imprecisión de partida, implica un modo de pensar no lineal, que puede identificarse, tal como lo hace Umberto Eco, con el razonamiento detectivesco. En conclusión, la abducción es un proceso perceptivo que da sentido a lo percibido, por lo que es, consecuentemente, un razonamiento ligado a la semiótica.  


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