Este es un tema que de alguna forma u otra ya he tratado en este blog, pero es siempre interesante revisarlo, sobre todo a la luz de todos los avances en comunicación y arte visual y audiovisual que cada día se producen. Afirmamos que la estética informacional es un enfoque teórico que estudia la relación entre la información, la percepción y la experiencia estética, especialmente en el contexto del arte digital, los medios computacionales y la cultura de los datos.
La estética informacional es una teoría que surgió a mediados del siglo XX, principalmente de la mano de pensadores como Max Bense y Abraham Moles, a quienes ya he citado varias veces aquí. Esta perspectiva teórica busca analizar la belleza y la experiencia estética no solo desde un punto de vista tradicional (como en el arte clásico), sino a través de la lógica y las matemáticas.
En la era digital esta teoría cobra especial relevancia. La estética informacional se apoya en la cibernética y la teoría de la información para entender cómo el arte se crea y se percibe, especialmente en el contexto de las nuevas tecnologías, como las computadoras y el arte digital. La idea central es que la belleza en una obra de arte no es algo subjetivo o puramente emocional, sino que puede ser analizada en términos de la cantidad de información que contiene y cómo está organizada. Por ejemplo, una obra de arte muy repetitiva tendría poca información nueva para el espectador, mientras que una muy compleja tendría mucha. Esta visión estética se conecta con la idea de que el espectador no es un sujeto pasivo, sino que puede interactuar con la obra. Esto es fundamental en el arte digital, donde los usuarios pueden modificar, transformar o incluso construir nuevas propuestas dentro de un sistema.
Se nos presenta con algunas características específicas. Una es la relación entre arte y datos; se explora cómo la información (datos, algoritmos, código) se convierte en material artístico. Otra es la combinación entre percepción y complejidad. Así, se analiza cómo los seres humanos interpretamos patrones, estructuras y flujos de información como experiencias estéticas. A menudo se relaciona con formas visuales o sonoras abstractas que reflejan procesos informacionales.
Un componente importante es la interactividad. Muchas obras basadas en este enfoque son dinámicas, generativas o responden a inputs del espectador. Podemos poner varios ejemplos. El arte generativo, que presenta obras creadas por algoritmos que evolucionan con el tiempo. La visualización de datos, que son representaciones artísticas de conjuntos de datos complejos. Incluso hay música algorítmica con composiciones basadas en reglas matemáticas o procesos aleatorios. En muchos de estos casos el mismo espectador se integra a la obra.
La estética informacional investiga cómo la era digital transforma nuestra comprensión de la belleza, el arte y la percepción, enfatizando el papel de los sistemas de información en la creación estética. Es una forma de ver lo bello en la estructura, la organización y la complejidad de la información, rompiendo con las ideas tradicionales del arte y adaptándose a un mundo dominado por la tecnología y la comunicación digital.
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