En la publicación anterior vimos que el signo plástico, concepto fundamental dentro de la semiótica visual, nos permite analizar cómo los elementos formales y abstractos de una imagen (colores, formas, texturas, composición) generan significados, incluso sin representar objetos reconocibles. Veamos ahora cómo se manifiestan esas relaciones.
En primer término, tenemos las funciones del signo plástico en semiótica visual, que son básicamente, tres: la expresiva, que transmite emociones a través de las cualidades visuales, como por ejemplo el uso de colores oscuros para transmitir melancolía; la función estructurante, que organiza la mirada, como cuando un centro luminoso atrae atención; y la función simbólica, que vincula formas a ideas culturales, como por ejemplo el círculo como idea de totalidad.
En semiótica, la función simbólica de los signos plásticos está ligada a conceptos, costumbres, tradiciones o convenciones, puesto que son formas o sensaciones cargadas de contenido. Tenemos un ejemplo clásico en el Guernica de Picasso; los signos plásticos (formas angulares, ausencia de color, composición caótica) refuerzan el horror de la guerra, más allá de las figuras reconocibles.
El signo plástico es la herramienta que permite a la semiótica visual analizar cómo vemos, no solo qué vemos. Es esencial para entender disciplinas como el diseño gráfico, el arte abstracto o la publicidad, donde la forma es mensaje.
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