No se pude dejar pasar la influencia que tuvo Leonardo en el pensamiento del siglo XVI, no sólo por todo lo que estudió, y cómo fue visto por sus contemporáneos, sino también por lo que discutió. De nuevo, Leonardo no propuso una teoría estética, pero sí estableció una serie de ideas en relación con el arte, la pintura y la belleza, que sin duda son referencia para el mundo occidental.
Uno de los aportes de Leonardo es la curiosidad. Ver los componentes de las cosas, cómo está hecho el hombre y la naturaleza, para llevar eso a sus obras; y a sus textos. Escribió mucho, y entre sus escritos relevantes está el “Tratado de la pintura”, terminado hacia fines del siglo XV, y que sirvió de referencia a muchas generaciones posteriores. No obstante, sus ideas no estaban “metódicamente” desarrolladas, sino que dejaba fluir sus pensamientos, algo que está reñido con el sistema racional con que luego se quiso investir a sus planteamientos durante el período de la Ilustración europea. Dice Walter Patter: “Pero este orden rígido estaba muy poco de acuerdo con la inquietud de su carácter; y si pensamos en él como el mero razonador que somete el diseño a la anatomía y la composición a reglas matemáticas, difícilmente tendremos de Leonardo la impresión que tenían los que le rodeaban.” Ese fue un libro que realmente nunca fue concluido, y demuestra la volubilidad de Leonardo.
Pero aún así ese texto permite entender el pensamiento estético del segundo Renacimiento. Indudablemente su influencia más notable es la platónica, y resalta siempre que la verdad es la que debe ser reflejada, y lo bello es aquello que sublima lo real. Leonardo hace énfasis en la luz, el uso de la iluminación, en los volúmenes y en el brillo. Y su ideal es aquel que no es simplemente mimesis sino simulación. El arte es creación fantástica, y a su vez creación de simulacros.
Uno de los aportes de Leonardo y de la visión renacentista de la estética es el que tiene que ver con la simbología y la relación entre lo real y sus referencias semánticas. Hay una visión heroica, y se traslada a las imágenes, las mismas que quieren representar y decir cosas que van más allá de la simple representación. Igualmente, tal como lo desarrolla Michael Baxandall en "Pintura y vida cotidiana en el renacimiento", en ese momento se desarrolla una percepción estética liga a los hechos sociales, que es lo que él denomina “El ojo de la época”. La experiencia cotidiana del hombre común era la que influía en la forma de ver y naturalmente de representar las cosas, que justamente estaban cargadas de simbolismos, no esotéricos sino accesibles, con connotaciones directas. Y Leonardo es uno de los más claros exponentes de esto. Dice Baxandall, poniendo como ejemplo el movimiento, que es una de sus búsquedas:
“En los juicios del siglo XV sobre las personas se presta mucha atención a su gravedad o su liviandad, a su agresividad o su amabilidad. Leonardo pone gran énfasis y ocupa muchas páginas en su importancia para la apreciación de la pintura: “las cosas más importantes al discutir sobre pintura son los movimientos correspondientes a la condición mental de cada ser viviente”.” (Baxandall, 1978, págs. 82-83).Estas ideas también van a modelar la percepción estética de la Europa del siglo XVI y XVII, junto con las de Alberti y las de Cristóforo Landino, quien también escribiese tratados de filosofía y de análisis de las obras de los artistas de su época, bajo la misma visión de Leonardo. Es decir, la visión humanista que caracterizará al Renacimiento italiano.
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