“El sentido de la belleza” de George Santayana (1863-1952) es un texto de 1896 en el que este filósofo español-estadounidense resume sus posiciones humanistas orientadas a hacia el espíritu y la moral. Como vimos en una publicación anterior, analiza la estética desde el punto de vista moral. Curiosamente Santayana cuestiona la palaba estética: “El término estética –escribe- es una palabra débil que se aplica recientemente en los ambientes universitarios a todo aquello que trata de las obras de arte o del sentimiento de lo bello”. Lo bello es un valor en sí, positivo, que no depende de ningún otro. Pero el análisis del arte debe trascender lo bello, y entonces va más allá de la estética, puesto que el arte debe tener un significado moral.
“La belleza, tal como la percibimos, es algo indescriptible: jamás puede decirse qué sea o qué signifique.” Esto se relaciona con el significado de la estética: ningún valor negativo puede entrar en la estructura de lo bello. Santayana establece tres dimensiones: lo bello sensible, lo bello formal y lo bello expresivo. Para él, la primera, la dimensión estética de la belleza sensible es la más primitiva y fundamental, en el sentido que no requiere de mayor apreciación que la percepción. Sin esta primera apropiación no hay emoción. Por su parte lo bello formal está relacionado con aquella reacción intelectual que permite comprender el fundamento constructivo del hecho artístico. Finalmente la expresión es el hecho que hace original a la obra de arte, mediante el cual los valores sociales y morales mantienen un nexo con el objeto expresado. El arte es, según él, una creación “automática”, es decir, que nada se abandona al azar. Está hecho con una buena organización. El gusto en el arte entonces es un aspecto de la virtud humana, en la que hay una estrecha relación entre la técnica y la moral del artista. La vida tiende a la belleza y ésta, al humanismo.
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