Tal vez el uso del término "evolución" sea un poco inadecuado, pues se entiende la idea de evolución como el paso de los organismos de un estado a otro, o la transformación de las ideas o teorías. Puede que más apropiado sea el uso de "progreso", pero podría prestarse a una interpretación política, aunque en verdad se refiera a la acción de "ir hacia adelante". La palabra "desarrollo" puede abarcar desde "incremento" hasta "explicación de una teoría", por lo que tampoco es muy adecuada. Ya lo dijo Herbert Read en "Imagen e Idea": "Las imágenes, una vez creadas, son eternas – o cuando menos duran mientras tengan agudeza sensorial. Pero mucho depende de nuestra habilidad para crearlas y de su resistencia, que es ciertamente lo que implicamos con la palabra "progreso" en el mundo de las ideas."
No obstante, mantendré la palabra "evolución", asumiéndola como "progresión", en su sentido de avanzar, desarrollarse, cambiar, mejorar. Y sobre eso es de lo que hablaré: la progresión, cambio, desarrollo y mejoras en la representación visual, en la comprensión de la realidad óptica, en la manifestación perceptible y reproducible de la vida mediante imagramas.
Es fascinante seguir la evolución humana a través de la evolución del arte y de su capacidad comunicativa. Y dentro de esa combinación (arte y comunicación), la imagen (imagrama en este caso) tiene un rol capital. Por ello, estudiar los cambios en la representación imagramática a lo largo de la historia -y prehistoria- de la raza humana, es caminar por la senda de su transformación, desde la caverna al rascacielos.
El mismo Herbert Read a mediados de la década de 1950 hace un planteamiento muy original (expuesto también en forma parecida por Pierre Francastel –unos 20 años después- sin tener que ver nada uno con el otro) que es válido para los imagramas, y que postula que el arte no es un hecho instrumental o consecuente del progreso cultural, sino que éste se produce justamente como impulsado por las manifestaciones artísticas. O sea, aceptar "(...) la historia del espíritu o intelecto como la historia del desarrollo artístico". Y mejor aún: "Sólo en cuanto el artista establece símbolos para la representación de la realidad, puede tomar forma la mente como estructura del pensamiento". De esto se deduce que el proceso biológico de percepción pasa por una etapa de representación para luego derivar en un conocimiento razonado de la realidad.
La posición existencial humana deviene de una coordinación de facultades sensoriales ante la totalidad del universo, la cual se expresa primariamente en imágenes plásticas, signos y símbolos, que luego se van a articular en ideas y formas discursivas, ligadas a los cambios tecnológicos, sociales y culturales, como se verá más adelante.
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