El signo es uno de los elementos claves de la comunicación, y es el fundamento de todas las teorías semióticas, es decir, las ciencias que le estudian como fenómeno del conocimiento. Un signo es, básicamente, una "cosa" que está en lugar de otra "cosa", por convención, por acuerdo. Pero la definición de signo como tal, varía según cada autor y cada enfoque epistemológico. Esto a su vez hace que sus funciones sean vistas desde perspectivas diferentes, adaptadas al contenido de cada corriente de pensamiento que le defina. Ya en este blog he tratado ese tema en muchas oportunidades.
Las funciones de los signos abarcan desde lo simplemente indicativo, hasta lo complicadamente intelectivo. Diferentes autores han propuesto distintas aproximaciones a estas ideas. Ferdinand de Saussure, por ejemplo, parte de la idea de un signo bifacial, compuesto por un significante -el componente material o casi material del signo que tiene la función de apuntar hacia el significado- y el propio significado -que es la representación mental o concepto que corresponde a esa imagen- es decir, el hecho u objeto. Para Charles Sanders Peirce, el signo es una tríada compuesta por Representamen -la forma cómo se nos presenta el signo-; Objeto -el hecho o parte de la realidad referida-; e Interpretante -la representación, interpretación, idea o concepto metal y cultural del acontecimiento intelectivo-. Partiendo de estas dos vertientes, diversos estudiosos han propuesto varias funciones adjudicables a los signos. En las próximas publicaciones veremos las distintas explicaciones que se le dan al fenómeno semiótico y su funcionamiento, en los distintos campos a los que se aplica.
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