Es el período de los "ismos", que se asoma a partir de 1910 pero que en la década siguiente va tener su mayor impacto: expresionismo, en literatura, pintura, teatro y cine; el cubismo, hecho público tímidamente por Picasso y Braque a partir de 1912; el abstraccionismo, con Vassily Kandisnky a la cabeza; el fauvismo y sus colores agresivos, representado por Matisse, el racionalismo en arquitectura, a partir de Walter Gropius, Le Corbusier y Mies Van der Rohe en Europa y Frank Lloyd Wright en los EE.UU.; el dadaísmo crítico de Marcel Duchamp, el futurismo italiano, el surrealismo de André Bretón, Luis Buñuel y Salvador Dalí. El muralismo en México, el suprematismo en Rusia, Der Blau Reiter y De Stijl en Alemania y Holanda, y el Art Decó en América. Y en la música, el dodecafonismo de Arnold Schönberg.
Como sea, ninguno de estos estilos es absoluto, muchas tendencias se sobreponen (el constructivismo y el suprematismo, por ejemplo), pero en general en esos años antes de la Segunda Guerra Mundial, se produjo una avalancha de expresiones y manifestaciones artísticas y culturales (en todos los ámbitos) que marcó como nunca antes los lenguajes y las sociedades. Estas formas en conjunto son las que van a dar configuración al modernismo ya como modelo estético definido, en este período histórico determinado, que con el quiebre del 1939 al 1945 se va a transformar, aunque siga teniendo relevancia hasta mediados de la década de 1960, como veremos en la próxima publicación.
"Cuadrado negro sobre fondo blanco" (1915) Kasmir Malevitch |
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