viernes, 16 de diciembre de 2016

Edad moderna, modernismo e historia (y 5)

El fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) trajo grandes cambios en la configuración del poder y la economía en el mundo, y por supuesto, trajo consecuencias en las culturas y las artes. No obstante, a pesar del conflicto, la estética de la modernidad se mantuvo, y luego del conflicto, muchas manifestaciones que se habían generado en las décadas anteriores siguieron desarrollándose. Es así que tenemos un tercer estilo moderno, que se prolongará hasta finales de los años 1960. Las ideas de modernidad, de funcionalismo y de tecnología van a predominar en la mayoría de los campos (arquitectura, pintura, moda) y se llevarán al extremo algunas ideas que al final van a agotar las mismas propuestas que buscaron renovar la visión del mundo decimonónico. 

La abstracción sigue siendo importante, con el Arte Cinético (Jesús Soto) y el Action Painting (Jackson Pollock) así como la arquitectura racionalista, que al globalizarse pasa ser conocida como Estilo Internacional. La universalización de ciertos patrones ideológicos, la división bipolar del mundo y el fantasma de la guerra atómica hacen que esta última forma de modernismo termine diluyéndose y traicionando algunos de sus ideales. Este desgaste, la desilusión y las ideas de insurgencia (el Pop Art, el Hippismo, los Beatnicks, el Arte Conceptual, la Música Serial) hacen que el modernismo quede totalmente desdibujado. Sin embrago, sus repercusiones se ven aún hoy. Nuestra estética contemporánea no ha dejado todavía de lado muchas de las propuestas de la modernidad.

El movimiento Post-Moderno (o posmodernismo), que cuestiona muchos de aquellos postulados, no deja de hacer referencias al pasado. El arquitecto argentino Mario Galdensonas hablaba de una estética post-clásica en las últimas décadas del S. XX, asumiendo como estética clásica aquella que nace en Grecia, pasa a Roma,se difunde en Europa, se expande por América y se agota al final del Siglo XX al hacerse internacional. Por lo tanto ahora debemos pensar en esa nueva estética de la tecnología digital, de la globalización y de la hipercomunicación. 

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