Una de las consecuencias que trae la tecnología es el cambio de las relaciones entre las personas, entre las ciudades, entre las sociedades y entre los países. Ese cambio de relaciones pasa por lo económico, lo político, lo cultural y lo social. Y claro, también afecta la relación espacial y geográfica. La tecnología digital ha cambiado también la mentalidad y la forma cómo nos ubicamos en el mundo. La globalidad, reflejo de aquella Aldea global anticipada por Marshall McLuhan, cambia los patrones de relación mundial, sobre todo por la universalidad de internet y del ciberpesacio consecuente.
Otro de los cambios notables que trae el ciberespacio es el nuevo comercio electrónico. El e-commerce es, justamente uno de los elementos que más cambia nuestra geografía mental. El experto en gerencia Peter Drucker dijo que "el comercio electrónico es para la revolución informática lo que el ferrocarril para la revolución industrial . El comercio electrónico está creando una nueva bonanza, modificando rápidamente la economía, la sociedad y la política".
Ciertamente, en la revolución industrial el ferrocarril dominó las distancias; ahora, en la geografía mental del comercio electrónico, la distancia se ha eliminado. Tenemos una economía global y un solo mercado: el mundo. también señala Drucker que unos sesenta años después de la imprenta de Gutenberg y su primera Biblia Vulgata, vino la Biblia Alemana de Lutero, la cual introdujo el protestantismo, cambiando la sociedad Europea y desatando reformas y guerras religiosas. Este es un cambio de geografía mental, pues se cambia el pensamiento de lo esotérico (del griego eso, "dentro", parte de una doctrina o enseñanza que se mantiene lejos de la atención general, reservada a un pequeño núcleo de iniciados), a lo exotérico (del griego exo, "fuera", que designa así aquello que puede ser revelado al colectivo), al hacerse público el contenido de los textos sagrados. Es un paso que alterará la forma en que nos comunicamos y nos vemos como sociedad.
Sin duda la tecnología entonces modifica nuestra geografía mental, y el digitalismo hace que hoy nos consideremos como un gran grupo social, construido a su vez en torno a la idea de "glocalidad", que justamente maneja los dos espacios del hombre contemporáneo: lo local y lo global.
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