martes, 14 de febrero de 2017

Teosofía, abstraccionismo, digitalidad (2)

El arte abstracto, como concepto y realización se destaca y consolida en las primeras décadas del siglo XX. Ciertamente en otras épocas y culturas se crearon obras que podrían ser entendidas como abstractas (gran parte del arte islámico, caligráfico y geométrico, o el hinduista, de mandalas y símbolos, por ejemplo), pero la concepción de una abstracción como factura de arte propiamente dicho, puede ubicarse en la décadas de 1910. Uno de los diversos factores que influyó en estas creaciones no figurativas fue el elemento místico. La influencia que la Teosofía tuvo sobre algunos grandes pintores fue clave para el desarrollo de esta estética. 

En la publicación anterior (http://ciberestetica.blogspot.com/2017/02/teosofia-abstraccionismo-digitalidad-1.html) hice referencia a esta filosofía religiosa y sus características.  La espiritualidad en el arte abstracto se gestó alrededor de 1900 y corrió en paralelo con un creciente interés por el misticismo y el ocultismo. Muchos artistas se mostraban intrigados por ciertas escrituras espirituales que les fueron enseñadas por los representantes en Europa de la Sociedad Teosófica. 
     
La Teosofía tuvo una profunda influencia en la aparición del arte abstracto moderno porque interesó a los que podemos llamar "padres fundadores" del movimiento: Vassily Kandinsky, Kasmir Malevich, Frantisek Kupka y Piet Mondrian. Este último también se relacionó con Theo Van Doesburg, que a pesar de no profesar esta creencia teosófica, incorporó los conceptos de espiritualidad a sus obras.

No parece casual que cuatro artistas claves, en un mismo lapso, hayan desarrollado un estilo basado en concepciones similares. La Teosofía dio a estos artistas una perspectiva mental que se inspiró la espiritualidad de sus trabajos. Partiendo desde este punto de vista, creían ser capaces de ver el mundo natural y más allá de él, para llegar a comprender, gracias a la sabiduría antigua, los principios cósmicos de nuestra existencia. Esta elevada posición estratégica les transportaba por encima de las preocupaciones estéticas usuales y les daba la sensación de tener una visión divina de los reinos de otros mundos. Incluso se ubicaban en el portal entre dos mundos y ellos eran los mensajeros; comunicar este conocimiento se convirtió en el objetivo de su arte.

El lenguaje con el que estos artistas tradujeron su visión del mundo fue el de la abstracción. Para ser comprendida satisfactoriamente, esa visión debía presentarse  en términos simples y relevantes, que más tarde podían desarrollarse y expandirse en complejas estructuras, a medida que iba resultando más familiar tanto para el artista en su rol creador, como para el espectador en su papel de espectador. En su producción final, la obra tiene una apariencia simplista, mientras que es intrínsecamente compleja dado su origen espiritualmente enigmático.

Kandinsky presentó sus primeras obras abstractas hacia 1912, con su "Primera acuarela abstracta"; Malevich lo hizo en 1915, con su "Cuadrado negro"; Kupka en 1912 con "Amorfa: fuga de dos colores"; y Mondrian con su "Cuadro I" de 1913. Ellos fundaron o formaron parte de grupos artísticos que se sumaron a esta concepción del arte abstracto, como el Suprematismo, el Orfismo o el Neoplasticismo. Junto a ellos puede estudiarse la obra de Theo van Doesburg, de Paul Klee, de Francis Picabia o de Robert Delauny. Ellos no estuvieron ligados a la Teosofía pero sí a las nuevas visiones de estos pioneros. Durante el período 1920-1940 el movimiento abstraccionista se consolidó y tuvo gran efecto en otros artistas y grupos, influencia que llega hasta el arte digital de hoy, como veremos en la siguiente publicación.

Amorfa: fuga de dos colores

No hay comentarios:

Publicar un comentario