En las dos publicaciones anteriores de este blog, destaqué la influencia que la filosofía teosófica había tenido a principios del siglo XX en los principales artistas representativos del movimiento abstracto: Kasmir Malevich, Vassily Kandinsky, Frantisek Kupka y Piet Mondrian; y cómo esa Teosofía tenía consecuencias en el arte de su momento histórico. Como señalé ayer en la publicación respectiva (http://ciberestetica.blogspot.com/2017/02/teosofia-abstraccionismo-digitalidad-2.html), haber seguido esas ideas les impulsó -entre otras cosas- a crear un lenguaje propio diferente, único en su concepción en la historia.
Estos cuatro a su vez influyeron en varios de sus contemporáneos, con sus textos o sus trabajos. Kandinsky con De lo espiritual en el arte (libro de 1911), Mondrian con De Stijl, Malevich como asistente en Bauhaus, Kupka en el Orfismo; y comparten ideas con Theo van Doesburg, Lazlo Moholy-Nagy, Francis Picabia, Robert y Sonia Delaunay, Paul Klee, Walter Gropius, ampliando el espectro de sus influjos. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) es un punto de inflexión, pero la trascendencia de lo abstracto iba a pasar al continente americano, expresado en los artistas de la Escuela de Nueva York (a partir de 1940): Willem de Kooning, Mark Rothko, y el más radical de todos: Jackson Pollock. Ellos -y algunos más- van a continuar con el expresionismo abstracto la línea comenzada 30 años antes.
La década de 1950 vio la aparición de otras formas de abstraccionismo, en las obras de artistas muy diferentes: Víctor Vasarely, Alexander Calder, Jean Dubuffet, Hans Hartung, Henry Moore, Jean Arp, Julio Le Parc, Fernand Léger. Ciertamente ninguno de ellos admitió sentirse parte de movimiento religioso-filosófico-espiritual alguno, pero sí estaban en el camino abierto por los pioneros teosofistas. El mundo moderno se vio moldeado por estos creadores, en clara sintonía con esas tendencias, ahora conocidas también como "Informalismo", "Cinetismo", "Op-Art" y algunas más.
Como hecho destacado, en la Venezuela de 1950 a 1960 se desarrolló una fuerte tendencia a la representación abstracta, por lo que se vio la aparición de un gran grupo de artistas en esa línea: Alejandro Otero, Mateo Manaure, Jesús Soto, Pascual Navarro, Oswaldo Vigas, Carlos Cruz-Diez, Víctor Valera y Mercedes Pardo, la más notable del sexo femenino en su generación. Muchos de ellos fueron integrados como equipo por el arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva, que les permitió expresarse en los espacios de la Ciudad Universitaria de Caracas, como parte de su proyecto de Integración de las Artes, a mediados de 1950.
Durante los años 1960 y en adelante, el "Pop-Art" y otras tendencias figurativas relevaron el interés por el abstraccionismo. Pero la digitalidad del mundo finisecular trajo de nuevo interés por esta manifestación expresiva, extendiendo a distancia la influencia teosofista de los antecesores europeos, como veremos en la próxima publicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario