martes, 6 de junio de 2017

Imaginación semiótica

Como señalé en una publicación anterior, se ha propuesto un enfoque semiótico a la comprensión de la realidad y a la creación del conocimiento, que relaciona estos fenómenos a la cognición mediante la semiosis, es decir, a través de la creación de signos. Bien decía Charles Morris que la semiótica podía considerarse una metaciencia, puesto que no hay ciencia que de una u otra forma no recurra a la producción y establecimiento de símbolos y de sus propios signos. Siendo así, la humanidad ha pasado de la imaginación simbólica, que le permitió concebir representaciones de la realidad, a la imaginación semiótica actual, pasando por la imaginación emblemática, donde el signo, la señal y el símbolo se convierten en idealizaciones de aquellas representaciones cargadas de contenido; implica también un desarrollo ya no solo textual sino imagramático, que supera lo lingüístico. 

La actual imaginación semiótica se refiere a cómo los individuos y las sociedades crean nuevas formas simbólicas y emblemáticas a través de un proceso de semiosis social, tal como señala Eliseo Verón.  Este enfoque se liga a la teoría de las prácticas significantes, de la semiosis como proceso, entendiendo que la semiótica debe ser el estudio de la producción de la significación y no tanto del producto signo. Así, la imaginación semiótica implica una refundación global del saber, al tener conciencia de la producción, circulación y consumo de los modelos de las prácticas significantes y los problemas que esto presenta como hecho intelectual y colectivo.

La semiótica hoy se ocupa de los discursos como estructuras pragmáticas, que implican una respuesta del interlocutor, a veces de índole estética. Esto lo hace dentro del marco de una teoría de la cultura, de la consideración de la semiosis y de los importantes aspectos semióticos del contenido y la comunicación mediática. La mente y la imaginación, son capaces hoy de crear imágenes que en sí son formas que devienen de un proceso de semiosis, que puede ubicarse dentro de las ciencias de la vida, de la biología, por ejemplo, y llega a poner, indirectamente, todo el lenguaje dentro de una actividad neuro-biológica. Pero también es sabido que la semiótica abarca todos los campos del saber humano, por lo que hoy podemos asegurar que nuestro mundo está saturado de signos de todo tipo. Nos rodea una especie de gel semiótico, un ambiente simbólico generalizado, que a veces nos agobia en su enormidad.


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