domingo, 30 de julio de 2017

Semiosis no lingüística (4)

Se entiende como semiosis al proceso mediante el cual un objeto, un hecho, un cosa, se convierte en un signo, es decir, adquiere o se le asigna un significado. El que es más evidente es el que asigna valor o sentido a las palabras, y se extiende tanto al lenguaje verbal como al escrito. En algunos idiomas la palabra se construye según unidades (letras y sílabas) y en otros por graficaciones (ideogramas o jeroglíficos). Pero en todo caso se habla de semiosis lingüística porque es la forma como se crean signos lingüísticos (de las lenguas). Pero como hay otros lenguajes que no son verbales, se produce también una semiosis no lingüística. El semiólogo italiano Emilio Garroni, en su libro Proyecto de Semiótica de 1972, señala que hay en este campo tres modelos principales: el pre-verbal, el figural y el arquitectónico. En las anteriores tres publicaciones hice referencia a los primeros, que se diferencian bastante al último: la semiosis arquitectónica.  

En esta dirección señala Garroni que la arquitectura está cargada de simbolismos, más allá de sus funciones prácticas. Y esos símbolos, que son formas cargadas de contenidos o ideas representacionales, no tienen que ver con la expresión figural de la arquitectura, esto es, los planos, las perspectivas o las maquetas. Cuando se habla de semiosis arquitectónica se refiere a todos aquellos elementos visibles, perceptibles, que añaden valores extra a los edificios, superando el funcionalismo directo. Una ventana es una perforación para que entre luz y aire, pero cuando esa ventana se ornamenta, se hace compleja, se presenta como un hecho más allá de lo práctico, adquiere un valor simbólico. Eso ha sucedido en todas las épocas, sobre todo cuando los edificios representan poder, dominación. Dice Garroni: "Los autores de un edificio público del siglo XIII o XIV, por ejemplo, comunicaban a sus usuarios un conjunto bastante rico, multiestratificado, con múltiples sentidos de valoración espacio-perceptivas, emotivas, de comportamiento, que dependían de un conjunto de valoraciones espaciales". Este es el planteamiento, entonces: ¿cómo se producen esos sentidos? ¿Existe un verdadero proceso de semiosis arquitectónica, es un simplemente casual el valor que se les asigna a los elementos espaciales (formas, tamaños), decorativos (molduras, capiteles) o funcionales (puertas, techos)? Este tema es el que queda apuntado.

El problema es que no se puede hacer una directa extrapolación de los mecanismos lingüísticos a la arquitectura, porque es limitar sus significados y simbolismos. Hay sin duda una relación entre los edificios y sus elementos y lo que éstos nos quieren decir, pero es complicado establecer un verdadero lenguaje, sin caer en banalizaciones, en un empobrecimiento de lo que nos dice la arquitectura. En la próxima publicación, la conclusión de este tema. 


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