viernes, 14 de julio de 2017

Objetivismo y experiencialismo (y 4)

Tal como vimos en las tres publicaciones anteriores, las concepciones filosóficas objetivistas y experiencialistas son formas de abordar la comprensión del conocimiento, y en particular, los teóricos de la Lingüística Cognitiva, ya explicada, asumen la posición experiencialista sobre la objetivista para sustentar su análisis del estudio de lenguas y lenguajes. Naturalmente, estas no son las únicas formas de enfocar el problema, pero para los más notables cognitivistas (por ejemplo Ronald Langacker y George Lakoff), esta es la metodología más adecuada. Según los autores María Joseph Cuenca y Joseph Hilferty, que hacen una introducción a estas teorías, lo que define la diferencia entre una metodología y otra son ciertos aspectos básicos del enfoque, tal como lo señalé en la publicación anterior, como algunos que a continuación describo. 

Para los objetivistas, según este análisis, el pensamiento es atomístico, es decir que puede ser descompuesto en bloques de construcción semiótica (por ejemplo, los símbolos utilizados para pensar), que se combinan en unidades más complejas que se manejan por principios de manipulación semántica. Para los experiencialistas, el pensamiento tiene propiedades gestálticas, y por lo tanto no sea atomizado sino holístico. Los conceptos mentales tienen, en consecuencia, una estructura global que es más que la suma de los bloques de construcción conceptual. 

El objetivismo mantiene la postura de que todo pensamiento es lógico, en el sentido filosófico del término; es decir, puede ser formalizado de manera precisa por sistemas como la matemática. Para el experiencialismo el pensamiento es imaginativo, lo cual explica la capacidad de nuestro pensamiento para entender abstracciones más allá de lo que podemos percibir. En resumen, la estructura conceptual sólo puede describirse usando modelos cognitivos (relativos al conocimiento) y no a partir de valores de verdad como los utilizados en la lógica proposicional.

Estas ideas son las que ayudan a abordar el concepto de lingüística cognitiva como modelo funcional, no formal y basado en el uso del lenguaje. Por supuesto que esta propuesta está respaldada por diferente enfoques teóricos, prácticos y demostrativos, que escapan al inetrés de este blog, pero su extrapolación semiótica es interesante porque permite entender los lenguajes más que como procesos lógicos, como hechos sociales, de aprendizaje y conocimiento. Hecho fundamental en este ciberespacio tecnologizado de hoy.    
   

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