viernes, 1 de febrero de 2019

Una teoría de la tradición (y 4)

Para concluir esta serie de entradas que tratan sobre la propuesta del filósofo británico Karl Popper, respecto a una "Teoría de la Tradición", vamos a describir dos ejemplos que él pone: la tradición lingüística y la institucional. La teoría de la tradición consiste en estudiar las tradiciones de manera crítica, para comprender cómo han influido en el campo de la cultura, qué han aportado y cómo se pueden racionalizar esas enseñanzas y conceptos que han surgido en los grupos sociales. 

En el caso de las lenguas, la tradición es quien usualmente dictamina los usos y costumbres. Inclusive en un mismo idioma, las formas varían según la comunidad que las utilice. Hay una convención general, una gramática y una sintaxis, que además surge de forma natural en cada cultura, pero hay ciertos modos que identifican a cada pueblo, que al final se convierten en tradición (el voseo, por ejemplo, que se usa en español de distintas maneras por regiones). La comunicación en general está basada en tradiciones.

Las instituciones morales y sociales (desde el matrimonio hasta los ritos funerarios) surgen también para normar condiciones de convivencia. Estas pueden ser cuestionadas y modificadas, pero requieren de una nueva tradición. El estudio teórico de estos fenómenos permite, según Popper, aprender las intermediaciones y proponer soluciones a interrogantes que surgen en cada sociedad.

Un último ejemplo que propongo es la estética. Los patrones y valores de belleza, apreciación, estilo y costumbres, surgen de diferentes maneras en distintas culturas. Eso genera una tradición estética que valora ciertas expresiones, y hace suyas ciertas identidades. Entender racionalmente estas realidades, y plantear de forma crítica explicaciones a estos fenómenos, es parte de esa teoría de la tradición que es clave en las ciencias sociales. 


 

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