jueves, 15 de octubre de 2020

Lo bello y lo sublime (y 5)

Como hemos estado viendo en las publicaciones anteriores, una idea que va más allá de la percepción de "lo bello", es "lo sublime". Este concepto, del que se tiene idea desde hace por lo menos unos dos mil años, se basa en que lo que percibimos y sentimos puede tener grados de afectación en nuestro espíritu, cambiando nuestros estados de ánimo y nuestras formas de entender la realidad en un momento determinado. 

Es en el siglo XVIII cuando distintos filósofos que se interesaron por la estética, como Baumgarten, Kant, Addison o Winckelmann, abordaron claramente el concepto de sublime, más allá de la belleza. El historiador y arqueólogo Johann Joachim Winckelmann (1717-1768),  desarrolló una teoría en la que propugnaba la utopía de una sociedad helénica, fundada en la estética que venía del viejo ideal griego de la educación en la belleza y en la virtud. No es lo bello desinteresado lo que ha de perseguir el artista, sino la belleza trascendente, esa que nos eleva hacia lo sublime. Por su parte, el filósofo inglés Edmund Burke (1729-1797), expresó:

"Las pasiones que conciernen a la autodefensa, ocasionan sufrimiento y peligro, son dolorosas, cuando sus causas nos afectan directamente, Son placenteras, cuando tenemos una idea de tormenta y peligro, sin estar realmente en estas circunstancias. A todo lo que provoca ese placer, lo llamo Sublime".

La entrada del siglo XIX trajo un cambio de percepción estética que afectó la apreciación del arte. Romanticismo, Neoclasicismo, Impresionismo, movimientos mutuamente contradictorios en Europa, transformaron la interpretación del arte, y la idea de una realización "sublime" fue vista como un exceso innecesario. No obstante, la separación entre lo bello y lo sublime siguió estando latente, y aunque luego en el siglo XX dejaron de manejarse estos términos, permaneció la idea de que la creación artística debía trascender a su propia realización Más aún cuando las nociones de "bello" y "belleza" fueron cambiando, haciéndose más densas. 

El arte por el arte, el arte utilitario, la abstracción y los movimientos modernos y post-modernos, movimientos bien complicados en sí, traen mucha complejidad a las posiciones sobre lo bello y lo sublime. No obstante, sigue habiendo un encanto en esa búsqueda de aquello que nos haga sentir profundas emociones, que nos eleve y afecte a nuestro espíritu de manera trascendente, que despierte pasiones y nos lleve más allá de la vida cotidiana. 

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