A Alexander Baumgarten le cabe el entonces el honor, por decirlo así, de haber sido el fundador de esta disciplina académica en la que, por primera vez se reúnen una doctrina general de la sensibilidad con una teoría de las artes liberales, en relación específica con el problema de la belleza.: la estética. Es curioso, sin embargo, como dice Miguel Cereceda, comprobar que “este hallazgo intelectual ha querido ser reducido, incluso por sus propios discípulos y continuadores, a un mero hallazgo verbal. Lo cual, por sorprendente que sea, referido al fundador de una nueva disciplina, ha tenido dos nefastas consecuencias: porque ha sumido por completo su obra en el olvido y porque nos ha privado con ello del conocimiento y del estudio del ambicioso proyecto intelectual del padre de la Estética”.
En principio el mismo Baumgarten considera su aproximación como una doctrina de conocimiento inferior, puesto que se aplica a lo sensible, pero al finalizar su vida ha enfocado su “Estética” hacia una teoría de la filosofía de lo bello, asociándolo con lo que hoy podríamos llamar una semiología propia de la belleza. Es decir, se percibe un principio de postular una teoría general de los signos en relación con la estética. La belleza se manifiesta bajo tres aspectos, de manera que se pueda compartir inteligiblemente según una teoría fenomenológica.
Hay entonces, según Raymond Bayer, un acuerdo entre diversos pensamientos, que es una abstracción proveniente del orden en que se presentan. Este es el primer aspecto: la belleza no es una sola, sino que está constituida por múltiples partes, que son los pensamientos que hacen abstracción del orden y los signos. La unión de estos pensamientos en un solo elemento es el fenómeno estético. El segundo aspecto en que se manifiesta lo bello es el orden interno de las cosas, que devienen en una disposición adecuadamente pensada y presentada. Y la tercera definición que propone Baumgarten es la del “acuerdo de los signos, un acuerdo interno, con los pensamientos y con las cosas. Es el acuerdo de la expresión, de la dicción con los pensamientos, con el orden en el que están dispuestos y con las cosas mismas.”
Ahora bien, esto también nos indica, tal vez como conclusión, que el ámbito de lo estético no es única y exclusivamente el de lo meramente sensible. Es también el de lo intelectual, el de la analogía y el parecido y el de lo emocional. Aquí entonces cabe cuestionarse qué es lo emocional, y en qué nivel o en qué espacio humano de conocimiento se perciben los sentimientos. Esto no llega a desarrollarlo Baumgarten, puesto que la segunda parte de su obra no la concluyó nunca.
El aporte clave de Baumgarten está en haber abierto la concepción filosófica de la belleza más allá de la crítica del gusto, como se había concebido anteriormente, y sirvió de base (bien sea apoyándolo o cuestionándolo) para muchos de los filósofos que en los siguientes dos siglos estudiaron esta rama del conocimiento sensible.
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