Todo el mundo toma lo
bello como bello, y por eso conocen qué es lo feo.
Todo el mundo toma el
bien por el bien, y por eso conocen qué es el mal.
Porque, el ser y el
no-ser se engendran mutuamente.
Lo fácil y lo difícil
se complementan.
Lo largo y lo corto se
forman el uno de otro. Lo alto y lo bajo se aproximan.
El sonido y el tono
armonizan entre sí.
El antes y el después
se suceden recíprocamente.
Por eso, el sabio
adopta la actitud de no-obrar y practica una en sin palabras.
Todas las cosas
aparecen sin su intervención. Nada usurpa ni nada rehúsa.
Ni espera recompensa de
sus obras, ni se atribuye la obra acabada, y por eso,
su obra permanece con él.
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