Como ya he nombrado antes en este blog, se ha convenido en que estamos viviendo la era de la Sociedad de la Información y la Comunicación (SIC), con un grupo cada vez más complejo de Tecnologías de la Información y la Comunicación. La aparición de una estética digital está ligada a esta condición, por lo tanto es conveniente concer las características de esta nueva sociedad informática.
Varios autores se han dedicado a describir este fenómeno, entre ellos Raúl Trejo Delarbe, quien define la SIC en diez rasgos:
Exuberancia: disponemos de una apabullante y diversa cantidad de datos, que conforman un volumen de información profuso y enorme; tanto que finalmente forman parte del escenario donde nos movemos a diario, a veces imposible de precisar.
Omnipresencia: las nuevas heramientas de información y sus contenidos están por doquier, así que conforman el espacio de nuestra vida pública y privada.
Irradiación: la SIC se distingue por su alcance, las distancias se han reducido, las barreras geográficas se difuminan y el intercambio de información se universaliza.
Velocidad: la comunicación se ha hecho instantánea, aún superando las fallas técnicas.
Multilateralidad/Centralidad: las capacidades tecnológicas contemporáneas permiten que recibamos comunicación e información de todas partes.
Interactividad/Unilateralidad: a diferencia de lo que se ha entendido como comunicación convencional (la que ofrecen los medios, que en realidad es difusión) los nuevos instrumentos para manejar la información permiten que los usuarios sean consumidores y productores de mensajes.
Desigualdad: la SIC ofrece tal abundancia de información y contenidos, y tantas posibilidades para la educación y el intercambio, que pudiera ser vista como una panacea a muchos problemas del mundo. Pero sucede que a veces reproduce las mismas desigualdades que hay entre los distintos países y dentro de los mismos pueblos.
Heterogeneidad: el los medios digitales se duplican y multiplican actitudes, opiniones y pensamientos que hacen diversas a nuestras sociedades.
Desorientación: la enorme y creciente cantidad de información puede terminar convirtiéndose en una avalancha de signos, símbolos, datos, imágenes, videos y noticias que nos agobie de una manera desafiante.
Ciudadania pasiva: la dispersión y abundancia de menajes, aunado al uso comercial y publicitario de los contenidos termina priorizando el consumo por sobre el intercambio. La ausencia de reflexión y capacitación deviene en pasividad y mercantilismo.
Como se puede ver, no todos los rasgos son positvos o unívocos, pero sin duda la SIC ha transformado nuestra relación con los contenidos y sus realidades.
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