El amplio acceso a datos, fuentes, programas, medios y tecnología que existe en gran parte del mundo de hoy, que debe ser visto como un fenómeno positivo, trae también aspectos negativos (como todo). Una de estas cosas es la sobreinformación. Todos recibimos tal avalancha de datos e información a diario, a través de múltiples medios, que no podemos ni asimilarla toda ni procesarla debidamente. Nos llegan contenidos audiovisuales y flujos estadísticos (datos, operaciones bancarias, cuentas, ofertas) en tal escala, que nuestro cerebro no da para abarcarlos todos.
Esa es la sobreinformación. Nos llegan volúmenes de datos, de textos, de imágenes, en grandes números, que muchas veces ni solicitamos, pero que los medios y el ciberespacio nos arrojan inopinadamente. Una enorme cantidad de estímulos capturan nuestra atención. Eso a su vez genera un deseo constante de saber y conocer, aún sean los contenidos poco o nada relevantes. Se provoca así una necesidad de novedad e inmediatez, a pesar de la futilidad que esa data implique. Peor aún, es imposible asimilar tanta información, y al final se produce o bien un frustración, o bien un aplanamiento, donde ya nada es verdaderamente importante.
En la Web, este fenómeno se liga al atosigamiento que deviene en infoxicación. Y una consecuencia adicional es la saturación de ciberpolvo vía internet. Como se ve, hay que aceptar aquello que dice el refrán: "bueno es cilantro, pero no tanto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario