La función conativa del lenguaje (llamada también connotativa o conminativa) define, según Roman Jakobson, las relaciones entre el mensaje y el receptor, pues busca que haya una respuesta por parte de éste. Se trata de hacer efectivo el contenido del mensaje sobre el perceptor. Ese mensaje puede estar dirigido a la inteligencia -racionalidad- o la emoción -afectividad- de quien recibe ese contenido.
Se entiende como mensaje connotado aquel que va más allá de su significado directo u obvio; es decir que tiene otro contenido expresivo o apelativo. La conminación puede enfocarse bien sea hacia el intelecto del receptor o hacia su emocionalidad, produciéndose entonces la misma distinción objetivo-subjetiva o cognoscitivo-afectiva que se señaló en la función expresiva.
Los lenguajes entonces cumplen esta función de connotación, además de la suya propia de denotación, dependiendo del tipo de lenguaje que sea y de la intención del emisor, que se refleja en el mensaje que es recibido por el perceptor, quien debe interpretar esa intencionalidad más allá del significado directo.
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