martes, 12 de marzo de 2013

La tradición retórica en la comunicación

El primero de los modelos que Robert Craig señala es el que explica la comunicación haciendo referencia al modelo retórico, que tiene la más larga tradición en la cultura occidental. El origen de la retórica como disciplina se remonta a la Grecia clásica, donde por primera vez se definió explícitamente. Es Aristóteles quien mejor la describe es sus tres componentes básicos: el que habla o "dicente", lo que se dice o "discurso" y el que escucha u "oyente". Este modelo servirá de base para los paradigmas de la comunicación desde el punto de vista funcionalista en el siglo XX. Se considera a la retórica como una arte o una técnica, e implica no sólo decir bien las cosas sino convencer con lo dicho.

En la comunicación se incluye la argumentación como parte del proceso, y según este punto de vista, se concibe como un método poderoso de influencia. Implica no sólo el manejo de los signos, sino de los componentes de sintaxis y de inflexión. Es claro que el discurso tiene un alto poder, pero también las condiciones del emisor y el receptor son claves para la efectividad del proceso. La audiencia mantiene una relación emocional con el contenido y con el hablante, de forma que el juicio está influenciado por los componentes subjetivos de los participantes, a pesar de que el modelo está representado sistemáticamente: 


emisor---mensaje---medio---receptor---respuesta  


El famoso "Paradigma de Lasswell" expuesto por Harold Laswell a mediados del S. XX decía: "Quien dice qué por qué canal, a quién y con qué efectos". Indudablemente está presente ese modelo de tradición retórica. 

Pero finalmente, las palabras no son acciones, la apariencia no es la realidad aunque la sustituya, y lo importante no es el estilo sino lo que subyace. Las palabras, en cambio, son poder...


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