Ya hemos visto que la Web puede contener infinidad de cosas impensadas (y a veces poco regulares), como las hay en la Web Profunda. En este caso, los rastros digitales también son poco evidentes, y aunque tal vez menos peligrosos, tienen igualmente consecuencias en nuestro mundo real. La suma de rastros van conformando esa sombre que arrojamos en la Web, y que sirve para que empresas o programas especializados sigan los movimientos de los usuarios en internet.
A través de la computadora, la tableta o el celular, vamos dejando huellas de lo que vemos, escuchamos, nos gusta, leemos y escribimos, datos que son recopilados y almacenados por programas algorítmicos, que generan perfiles e historiales sobre cada uno de los millones de usuarios de las redes. Es muy difícil evitar que nos rastreen, una vez que uno ha entrado al ciberespacio. No solo están los famosos "cookies", marcadores que registran tu paso por las distintas páginas Web; también hay sistemas de recolección y programas especializados, que recogen y venden toda esa información, que permite luego direccionar y focalizar hacia cada grupo y usuario productos o servicios que están a la venta en internet (y en el mundo de afuera). La forma como se ha ido enmarañando esta trama hace complicado evitar las consecuencias, pero por lo menos es importante saber qué sucede con nuestros datos, gustos y preferencias, y tratar de exponernos lo menos posible.
Aquí hay un sitio web donde nos alertan de estos mecanismos y nos dan algunas herramientas para saber qué pasa con nuestras sombras y cómo son usadas. ¿Podemos hacer algo?
https://myshadow.org/es
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