lunes, 16 de junio de 2014

De la emulsión al píxel (1)

A partir de hoy y en las próximas publicaciones voy a hacer un breve repaso de la evolución de la imagen fotográfica en su paso de las primeras fotos analógicas hasta las actuales digitales. Esto como parte de una descripción imagráfíca. Ya aquí en un post anterior reciente se relató el posible origen de la fotografía como la conocemos, lo que será uno de los hitos más notables en el desarrollo de la imagraficación. Desde el calotipo hasta la polaroid, desde el daguerrotipo hasta la digigrafía, hay un poco menos de doscientos de años de investigación y progreso. El comienzo del siglo XIX significa el final de un extenso período en la historia de la humanidad, que se remonta, como vimos, al antiguo Egipto y a Babilonia. De hecho, la historia imagramática puede condensarse en tres etapas, cuyos límites cronológicos no son exactos pero sí identificables. Veamos una breve explicación, para introducir la fotografía en esa evolución y luego ver cómo aparecen las formas contemporáneas de imagramas que colman estas últimas décadas. Esta es la secuencia. 

Primero hubo un período que podemos llamar “Preclásico”, que abarca desde la aparición de la pintura (30.000 años atrás) hasta el albor de la civilización griega (700 A.C.). A partir de ese siglo surge el período “Clásico”, que con altibajos (sin considerar particularmente el mundo asiático), dura hasta mediados del siglo XIX. El tercer período, que se inicia en la centuria antepasada, es el “Postclásico”, que aún no concluye. Este último es el más dinámico (y vertiginoso) y en el que más acontecimientos han ocurrido. Sin embargo, pese a su brevedad, podemos identificar también cuatro lapsos: comenzando unas décadas antes del año 1900 hasta el final de la primera Guerra Mundial, cerca del 1920, es lo que llamaremos “Primer modernismo”. Desde allí hasta mediados de la década de 1960, será el “Estilio Moderno Internacional”. Entre fines de los 60 hasta fines de los 90, el “Post-moderno”. El Post-modernismo es más bien una transición, pues la entrada del siguiente siglo y milenio trajo cambios de muchísima importancia en todos los aspectos, y donde la imagen en general y los imagramas en particular, van a tener una preponderancia insoslayable. Este nuevo período es el que podemos llamar del “Digitalismo”.

La fotografía, que se desarrolla a mediados de los años 1800, será uno de los "disparadores" del modernismo, y cuando hacia 1900 la fotografía se haga accesible al gran público, estará el terreno abonado para la percepción visual (y mental) moderna de lo real. Así como la fotografía, la cinematografía, la videografía, la holografía y la digigrafía, son formas de imagramas contemporáneos que han transformado nuestra comprensión de la realidad, generando un nuevo “ojo de la época” a decir de Michael Baxandall, y seguramente los imagramas del futuro van a convertirnos (ojalá que positivamente) en seres "hipersensorializados".




Estamos viviendo el nacimiento y desarrollo de la infografía y la digigrafía: la imagen procesada por computadora. La digitalización y manejo de imagramas utilizando programas informáticos representa un porvenir comunicacional inquietante. A propósito del uso de las computadoras personales para construir imágenes, señala Román Gubern: "La imagen digital ha devuelto la libertad de imaginación del pintor al ciudadano de la era fotográfica, es decir, de la era de las tecnologías icónicas del mimetismo naturalista, que son la fotografía, el cine y la televisión, técnicas que documentan más que inventan, porque su función es la de registrar la luz reflejada por los objetos materiales, que dejan así su huella analógica en la emulsión o en la placa fotosensible. Con la imagen infográfica este naturalismo se ha volatilizado y ha sido reemplazado por una imaginación autosuficiente hecha algoritmo". Esto significa además que cualquiera que sepa un poco de informática y de graficación (sólo un poco) es ya un potencial artista, un comunicador visual en ciernes.

Ese nuevo creador tenderá a ser un hombre que domine la técnica con imaginación, que sepa de ingeniería y de comunicación; de arte y de informática. Será una versión contemporánea y popular de Leonardo Da Vinci. Claro que todo ello será a su vez consecuencia directa del momento histórico y social. El desarrollo de la computación que comenzó en la cultura "Post-modernista" funciona paralelo con las visiones finiseculares de hedonismo y disolución. El digitalismo de este nuevo milenio trae indudablemente nuevas formas de aproximación a la realidad, nuevas manipulaciones y consecuentemente un imaginario nuevo. Esto es lo que estudiaremos en detalle más adelante.


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