lunes, 21 de mayo de 2012

Estética escolástica

Como ya se señaló en una publicación anterior, durante la Edad Media en Europa, sobre todo a partir del año 1.100 d.C., se elaboraron y re-elaboraron nuevos postulados teológicos y filosóficos, mayormente apoyados en las ideas griegas (reformuladas por los árabes), que determinarían la forma de ver el mundo de los pueblos del Viejo Continente. Uno de los más influyentes teóricos fue Tomás de Aquino, pero no fue el único, puesto que dentro de su línea de pensamiento, que luego se llamó Escuela Escolástica, hubo varios notables personajes: Albero Magno, Guillermo de Moerbeke, Juan Duns Escoto, Pedro Abelardo, Guillermo de Ockham (éste un tanto adverso a las ideas tomistas) y varios más, mayormente clérigos.

Como se sabe, en ese entonces no se manejaba el concepto de estética como objeto de estudio, sino que se analizaba una relación mental-perceptual-espiritual en relación con los valores de bondad y belleza, que se evidenciaban tanto en la naturaleza como en las obras del hombre, todo ello reflejo de la obra de Dios. Para Hugo de San Víctor (1096-1141) el arte es una creación consciente llevada a cabo por el libre albedrío del artesano; éste se acerca a Dios, entonces, tratando de asimilar su obra, que es, obviamente, la creación suprema. La obra divina es inmutable, permanente, eterna y perfecta, pero a su vez libre. Por lo tanto el artista es, en cierto modo, un intérprete y mensajero de la naturaleza y de esa libertad. Según esto son las fuerzas de lo natural las que mueven al hombre a replicar lo natural desde la perspectiva de lo artístico.

Visto desde ese punto, el resultado de la doctrina tradicional de la belleza, tal como la exponen los escolásticos, es la identificación de la belleza con la formalidad o el orden, y la fealdad con la informalidad o falta de orden. La fealdad, como los otros males, es privación. La belleza, en otras palabras, es siempre "ideal", en el sentido propio de la palabra; pero ese "ideal" (en el sentido directo, aquello que nos gusta) puede no ser bello en absoluto, dependiendo igualmente de un aspecto moral y espiritual relacionado con lo divino.

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