El estudio de las imágenes visuales y su imagrafía, es complejo y a veces contradictorio, sobre todo en el campo de la semiótica. Pero esa complejidad y dificultad hace de su investigación, justamente, un hecho muy apasionante interesante, sobre todo por la relevancia que tiene la imagen en nuestros días. En particular la imagen dinámica o en movimiento propia del cine y la T.V., que tanta repercusión implican.
El análisis semiótico del film ha sido siempre tema clave en la comunicación audiovisual, porque es el medio que combina dos de nuestros más importantes sentidos: vista y oído. Uno de los autores que ha estudiado ampliamente el discurso cinematográfico es el sociólogo y semiólogo francés Christian Metz (1931-1993), que se basó en las ideas de Ferdinand de Saussure sobre el lenguaje para analizar el cine y sus conformaciones. Una de las discusiones que generó su aproximación es la que tiene que ver con la idea de "lenguaje cinematográfico", y la extrapolación de los métodos lingüísticos a una "lengua del cine".
La imagen cinematográfica (y en paralelo la televisiva) tiene condiciones que la hacen única: no es fija, depende de un espacio-tiempo para ser percibida, puede no ser continua y puede prescindir del sonido. No obstante, el cine como medio contemporáneo está ligado al audio y todas sus variantes, lo que le convierte además en una imagen auditiva. Este aspecto requiere un estudio aparte. Pero con relación a la imagen en movimiento, Metz señala que el cine debe ser visto como un lenguaje, porque tiene todas sus condiciones: una estructura narrativa y fílmica, una construcción de contenidos y mensajes, una relación significante-significado, y una codificación visual (y también auditiva, que no siempre se puede aplicar, como el caso del cine mudo). En el entendido de que un lenguaje es un sistema estructurado de signos, el cine puede ser aceptado como tal.
Según Metz, en el lenguaje fílmico se dan unas condiciones diferentes: no hay un intercambio emisor-receptor directo (es una comunicación perceptiva), es analógico en el sentido de su relación con la realidad, está cargado de sugestividad y subjetividad, y en su creación y difusión el contexto y la situación son claves. Ahora bien, por todas estas cosas, la imagen cinematográfica no puede ser considerada una lengua. en primer término, no posee la doble articulación característica del lenguaje hablado y escrito (el texto es una imagen, la lectura es un sonido). En ese sentido, entonces, no se puede hablar de "lengua cinematográfica", pero si de "lenguaje cinematográfico".
Pero este es diferente al "lenguaje visual", que se define semióticamente como aquel relacionado con las imágenes fijas (o imagramas). En el cine se asume que hay una sintaxis propia. Esto lleva a otro análisis: la imagen es siempre habla, pero no es una lengua. Consecuentemente debe haber esa sintaxis propia del cine, diferente a la de la lingüística, pero aún no ha sido elaborada, y no podrá serlo más que sobre bases sintácticas y no morfológicas. Saussure señalaba que la sintaxis no era sino un aspecto de la dimensión sintagmática del lenguaje, pero que toda sintaxis era sintagmática. El “plano” sería, según Metz, la menor unidad sintagmática de la película, es lo que Louis Hjemslev llama el “taxema”, pero entonces habría que remitirse también al montaje de la película, que es un gran conjunto sintagmático.
Según algunos teóricos, la palabra “montaje”, tomada en sentido amplio, engloba a menudo el corte, pero la operación inversa nunca tiene lugar. En el cine, el momento del ordenamiento (montaje) es, en cierta medida, más esencial, porque esta selección es demasiado abierta, no es una sintaxis. Por este motivo, en el plano artístico, el contenido de cada “plano” aislado es de gran importancia, aun cuando la preparación también sea un arte. A nivel del “plano” hay arte. A nivel de la secuencia hay arte y lenguaje, pero queda por definir qué tipo de lenguaje es.
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