sábado, 7 de enero de 2017

Los límites de la poesía y la pintura según Lessing

En 1766, el escritor alemán Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781) publicó un libro muy particular, que supuso una posición muy original sobre la estética de dos de las artes consideradas mayores en su época -la poseía y la pintura-, y que aún hoy puede ser válida: su texto Laocoonte o sobre los límites de la pintura y la poesía

Lessing fue contemporáneo de Inmanuel Kant y de Alexander Baumgarten, quienes hicieron una aproximación a la idea de estética en ese período, por lo que estaba inmerso en la discusión conceptual sobre las ideas de lo bello y lo lógico, propia de ese momento. Baumgarten introdujo por primera vez el término estética, con el que designó la ciencia que trata del conocimiento sensorial que llega a la aprehensión de lo bello y se expresa en las imágenes del arte, en contraposición a la lógica como ciencia del saber intelectivo. Por su parte, Kant analiza las relaciones entre lo bello, el gusto y el juicio estético, que responde a las cualidades y satisfacciones que produce un hecho artístico. Lessing, en cambio, hace una análisis comparativo entre la poesía y la pintura, para establecer qué parámetros permiten comprender ambas expresiones como hechos artísticos y estéticos.

Para esto, toma una obra de arte clásica, el grupo escultórico del Laocoonte, famosa escultura griega clásica perdida de la que se conoce una copia romana en mármol del siglo I d.C., y una obra poética, el episodio de Laocoonte y sus hijos durante la guerra de Troya, contado primero por Homero en la Ilíada y luego por Virgilio en la Eneida. Partiendo de que ambas obras (la escultórica y la poética) narran el mismo hecho, Lessing compara las formas expresivas y la manera como cada medio afecta nuestras percepciones, asumiendo que la escultura vale por la pintura también. 

Sus observaciones le permiten mostrar por qué poesía y pintura se alejan una de otra al imitar, en razón de su propia naturaleza -una más apta para lo temporal y otra para lo espacial-, que impone límites a cada una de las artes. Y es justamente esa naturaleza temporal, subjetiva y simbólica la que le lleva a concluir que la poesía es un arte más completo que la escultura, atada a un momento y a un espacio. Naturalmente que reconoce que son campos estéticos diferentes y modelan bellezas distintas, pero no complementarios. Así entonces desarrolla toda una tesis para explicar su posición y establecer lo bello como orden múltiple y diferenciado. 

En esta época de multimedia y comunicación multimodal, es más difícil separar textos de imágenes, por lo que tal vez no se pueda hacer esa comparación, porque vivimos una sensorialidad combinada. Sin embargo, sus ideas aún tienen valor, puesto que nos ayudan a comprender lo que cada forma expresiva puede aportar, y ver al arte como un todo unitario con sus diferentes manifestaciones sumadas.  




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